Pero el principal acto de la jornada fue su discurso a bordo de una
barcaza sobre el río Rhin, por el que navegó 10 kilómetros
acompañado de unos sesenta jóvenes vestidos con trajes regionales
de todo el mundo y escoltado por otros cinco barcos en los que se
desplazaban más jóvenes y unos 40 obispos y cardenales. Una
orquesta a bordo con un coro tocó durante el trayecto y los jóvenes
entonaron cantos y el ya tradicional «Be-ne-detto», en italiano.
Benedicto XVI llegó al aeropuerto de Colonia-Bonn sobre las
12:00 horas, y allí le recibieron el presidente, Horst Koehler, y
el canciller, Gerhard Schroeder. Allí mismo, el Papa destacó que la
JMJ será un evento importante para avanzar por un camino de
«diálogo y cooperación», dado que su programa incluye reuniones con
representantes de otras confesiones religiosas.
Al llegar al embarcadero de Poller Rheinwiesen, el Papa pidió a
los jóvenes en su discurso que se esfuercen por «servir sin
reservas a Cristo, cueste lo que cueste». Durante su mensaje, leído
por el mismo Pontífice en idiomas diferentes (alternando párrafos
en alemán, inglés, francés, español e italiano), saludó
especialmente a los jóvenes «venidos de Oriente, que esperan, sin
saberlo, que aparezca en su cielo la estrella que los conduzca a
Cristo» y a los que «no han recibido el bautismo».
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