«El tratamiento de los adultos es fácil porque hay una dosis
fija con una combinación de tres antirretrovirales que se toma dos
veces al día. Desafortunadamente no tenemos una dosis para niños
por lo que hay que partir la pastilla, pero se corre el riesgo de
no dar la cantidad correcta», explica Wangari Realmary, enfermera
de MSF.
A dos días de la celebración del Día Mundial del Sida, MSF
exigió a la industria farmacéutica un mayor compromiso para
desarrollar tratamientos pediátricos.
Su eficacia está probada, afirma la organización humanitaria,
pero aun así apenas hay dosis de antirretrovirales para niños, o
los mismos son jarabes que deben refrigerarse, algo casi imposible
en lugares como Kibera, una barriada de chabolas de la capital
keniana considerada la más grande del este de Àfrica.
En países como Kenia, el único test económicamente asequible
sólo puede practicarse a los 18 meses de edad del bebé. Antes, es
imposible saber si los anticuerpos hallados en su sangre pertenecen
al pequeño o a la madre. Y en caso de ser seropositivos, los
menores tienen dificultades para obtener medicamentos
antirretrovirales si no pesan, al menos, 25 kilos. Por todo ello,
añade Rachel Thomas, «la mitad de los bebés con VIH no llegarán a
los dos años».
Esta situación continuará mientras no haya pruebas que permitan
detectar el virus de antemano y dosis de tratamiento para los niños
con sida.
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