Un sacerdote muestra el documento papal sobre la no admisión de homosexuales en los seminarios católicos.

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El Vaticano publicó ayer el documento que cierra las puertas a los seminarios y al sacerdocio «a aquellos que practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o apoyan la cultura gay».

Los homosexuales -dice el texto- deben ser acogidos con respeto y delicadeza «y hay que evitar cualquier estigma que indique una injusta discriminación», y pormenoriza, «si se tratase de tendencias homosexuales que sólo son la expresión de un problema transitorio, como una adolescencia inacabada, ésas deberán ser claramente superadas al menos tres años antes de la ordenación diaconal».

Se trata de una Instrucción preparada por la Congregación para la Educación Católica, que Benedicto XVI aprobó en agosto pasado.

El primer capítulo recuerda que el cura debe haber alcanzado una madurez afectiva que le permita mantener una «relación correcta» con hombres y mujeres.

El segundo capítulo precisa la distinción que hace el Catecismo entre actos y tendencias homosexuales. Recuerda que las Sagradas Escrituras presentan los actos como «pecados graves», y que la tradición «los considera intrínsecamente inmorales y contrarios a la ley natural. Por ello no pueden ser aprobados en caso alguno».

En el último epígrafe de la Instrucción, el Vaticano afirma que «sería gravemente deshonesto que el candidato a seminarista ocultase su propia homosexualidad para acceder a pesar de todo a la ordenación».