El consumo de aceite de colza desnaturalizado, que provocó el fallecimiento de cerca de 700 personas y que afectó a más de 20.000, se recuerda hoy, 25 años después de la de la primera muerte por la enfermedad del síndrome tóxico, convertida en la mayor intoxicación alimentaria en la historia de España.
Este aceite, que se importó de Francia para uso industrial, se distribuyó después por algunos aceiteros para uso humano tras extraerle la anilina a alta temperatura, un proceso que dio lugar a la creación de compuestos tóxicos que causaron la grave intoxicación conocida hoy como síndrome del aceite tóxico.
El niño Jaime Vaquero, que vivía en Torrejón de Ardoz (Madrid), fue la primera persona que el 1 de mayo de 1981 murió a causa de la entonces desconocida enfermedad, de la que enseguida se conocieron nuevos afectados y fallecidos y que provocó un gran desconcierto en las autoridades sanitarias, en los médicos y entre la población.
La mayoría de las víctimas y afectados fueron personas de clase trabajadora, que en su mayoría vivían en zonas del centro de España, pero no se hallaba ningún nexo entre ellos y no fue hasta un año después cuando las principales investigaciones apuntaron que la probable causa común que tenían los miles de afectados era el consumo de aceite de colza desnaturalizado con anilina.
El producto se vendió a la población para su consumo en garrafas de plástico, de manera fraudulenta y a través de puestos de venta ambulante en diferentes lugares de España.
Los estudios para estudiar este síndrome y tratar a los afectados que sobrevivieron a la intoxicación se ubican en el Instituto de Salud Carlos III, dependiente del Ministerio de Sanidad, en el Instituto de Investigación de Enfermedades Raras, donde están los únicos expertos que hay en el mundo sobre una patología que sólo se ha producido en España.
Datos del Instituto de Enfermedades Raras relacionan de manera directa la intoxicación y posterior enfermedad con el consumo de aceite de colza contaminado con anilina desnaturalizada y, aunque reconocen que el tóxico específico aún se desconoce, afirman que hay evidencia científica de que la enfermedad la produjo el consumo del aceite desnaturalizado.
También indican que los afectados que sufrían la enfermedad tenían un periodo de latencia de diez días y tres fases clínicas, la primera caracterizada por una fase aguda de neumonía atípica, la intermedia que les provocaba tromboembolismo, hipertensión pulmonar, calambres y fuertes dolores musculares, y la tercera daños en el hígado.
De las más de 20.000 personas afectadas, un total de 18.517 recibieron ya sus indemnizaciones por parte del Estado declarado, tras un largo proceso judicial, responsable civil subsidiario, aunque todavía quedan personas que pueden reclamar las ayudas económicas.
Las claves de la enfermedad se han podido conocer años después con el genoma humano, que permitió a científicos del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona realizar un trabajo que demostraba que una predisposición genética influyó en la mayor gravedad de algunos de los consumidores.
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