El Papa saluda a unos niños a su llegada a Valle de Aosta.

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JUAN LARA-CIUDAD DEL VATICANO
Los jesuitas tomaron ayer el relevo de la Sala de Prensa del Vaticano, que en los últimos 22 años estuvo dirigida por el español y miembro del Opus Dei Joaquín Navarro Valls y a partir de ahora por el jesuita Federico Lombardi, que también dirige Radio Vaticano y la televisión vaticana CTV.

Aunque hoy el Vaticano sólo informó del cese y nombramiento, fuentes vaticanas señalaron que el cambio se enmarca en la reforma de la Curia Romana, que el Papa pretende simplificar para que la maquinaria de la Santa Sede sea más ágil y, en este caso, el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales.

Benedicto XVI pretende, según las fuentes, crear un gran dicasterio que englobe y coordine todos los servicios de información. Hasta ahora, la Sala de Prensa sólo se ocupa de la prensa escrita, mientras que los fotógrafos, radio y televisión dependen del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales.

Radio Vaticano, el Centro Televisivo Vaticano (CTV) y el diario «L'Osservatore Romano» son autónomos.

En los últimos años se levantaron voces dentro del Vaticano favorables a unir los diferentes organismos de comunicación, con el objetivo de unificar criterios y sinergia y hablar con una misma voz.

Aunque el cambio de Navarro se daba por hecho, después de que en los últimos días él mismo confirmara que se lo había pedido al Papa y que estaba a la espera, no por esperado ha llamado menos la atención.

Y es que de nuevo un religioso pasa a ocupar el puesto de un laico, ese religioso es un jesuita y el laico un «numerario» del Opus Dei, lo que ha llevado a observadores vaticanos a afirmar que la institución creada por san Josemaría Escrivá de Balaguer «ha perdido» un punto clave en el Vaticano y parte de la «influencia» que gozaba bajo el papado de Juan Pablo II.