Campoamor fue la más activa en la defensa de los derechos de las mujeres y consiguió que se modificara el anteproyecto que, inicialmente sólo permitía votar a las solteras y a las viudas. Los contrarios al sufragio universal expresaron en aquel momento su temor a que la fuerte influencia de la Iglesia sobre las mujeres las llevase a votar a las derechas, poniendo así en peligro la existencia de la República.
El logro del sufragio femenino en España permitió un incipiente acceso de las españolas a las administraciones e instituciones y, «por primera vez», se planteó la necesidad de pensar en ellas para captar su voto, explicó a Efe la historiadora Gloria Nielfa.
El Gobierno provisional que se creó tras la proclamación de la República había reconocido a las mujeres el sufragio pasivo y, en las elecciones de junio de 1931 fueron elegidas diputadas Campoamor, por el Partido Radical de Alejandro Lerroux, y victoria Kent por la Izquierda Republicana de Manuel Azaña. Eran dos mujeres de un total de 465 diputados. A finales de aquel año ingresó en las Cortes la socialista Margarita Nelken.
Precisamente fue Victoria Kent la que defendió esta tesis ante el pleno, en un arduo debate con Campoamor, en el que la diputada de la Izquierda Republicana llegó a proponer que el asunto se pospusiese hasta que las mujeres pudiesen apreciar los beneficios que les ofrecía el régimen republicano. Campoamor replicó diciendo que la mujer había demostrado el suficiente sentido de la responsabilidad social y que el índice de analfabetos era mayor en los hombres que en las mujeres.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.