El 80% de las personas que cuidan a domicilio a nuestros mayores son inmigrantes, mayoritariamente mujeres de origen latinoamericano, según la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. «Y son muy buenos cuidadores», asegura Begoña Gutiérrez, vicepresidenta de esa entidad.
Lo mismo ocurre en las residencias de ancianos, donde en estos últimos años el número de trabajadores de origen inmigrante ha crecido considerablemente. «Un ejemplo más de los trabajos que los españoles no queremos hacer», afirma José Ramón Solanillas, de Cáritas Española.
En España hay unas cinco mil residencias -unas cuatro mil privadas-, con aproximadamente trescientas mil plazas, que en los meses de verano ven incrementada su demanda de plazas. Sólo en la Comunidad de Madrid, donde hay unas 500, de ellas sólo el 9% de titularidad pública, con un total de 43.516 plazas -el 21% concertadas-, la demanda de plazas privadas en el periodo estival se incrementa aproximadamente un 10 por ciento.
«La estancia más frecuente -informó a Efe la Asociación Madrileña de Residencias de la Tercera Edad y Centros de Día- es de un mes, aunque también son habituales períodos más breves, de quince días, o más largos, de hasta dos meses».
En julio, agosto y septiembre, los centros de AMRTE -233, con 24.500 camas- tienen concertadas con la Administración 500 plazas residenciales, para satisfacer la demanda de esas familias que necesitan irse de vacaciones pero sabiendo que sus mayores se quedan debidamente atendidos. Todos los años se cubren esas plazas temporales concertadas, que no existen durante el resto del año.
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