«Hoy se inicia un capítulo en mi vida lleno de esperanza para mí y para otros que han sufrido heridas genitales, particularmente para miembros de las Fuerzas Armadas que ponen su vida en riesgo y sufren este tipo de daños», señaló en un escueto comunicado el paciente objeto del trasplante, Thomas Manning, un hombre de 64 años que había perdido el órgano por un cáncer.
La operación se realizó a principios de la semana pasada y fueron necesarias 15 horas de intervención para reconstruir el órgano, procedente de un donante fallecido.
Esta es la primera vez que se realiza una operación de estas características en Estados Unidos, y la segunda a nivel mundial tras una intervención similar en 2014 en Sudáfrica, que resultó exitosa y ha permitido al paciente recuperar todas las funciones normales.
Reconstrucción
Los líderes de esta compleja operación, el urólogo Dickens Ko y el cirujano plástico Curtis Cetrulo, indicaron en rueda de prensa que lo más complicado fue reconstruir y unir todo el complejo sistema vascular del pene.
Ko apuntó que es «moderadamente optimista» sobre la perspectiva de que el paciente tenga la capacidad de orinar en unas semanas, y confió en que recupere la función reproductiva en semanas o meses, aunque esa posibilidad no era prioritaria en la operación.
Manning sufrió un tumor en su pene que obligó a la amputación parcial en 2012, algo que le produjo no solo secuelas físicas, sino emocionales.
Los doctores del Hospital General de Massachusetts (Boston), uno de los mejores centros de terapias médicas avanzadas del mundo, trabajaron durante más de tres años en diseñar la operación, con un equipo de cirujanos, urólogos, psicólogos y expertos en infecciones.
Cetrulo explicó que ahora lo más complicado es asegurar que el paciente responde adecuadamente a la terapia inmunosupresora que evite el rechazo y que se recupere el adecuado flujo sanguíneo.
El riesgo de rechazo de este trasplante es de entre el 8 y 16 % en el primer año, aunque en el pasado otros trasplantes han mostrado índice de éxito mayores.
Cetrulo indicó que Manning, que no está casado y lleva cuatro años libre de cáncer, es una persona optimista, «está increíblemente animado», ya se ha levantado de la cama de hospital y puede andar.
El experto en cirugía reconstructiva destacó que el aspecto psicológico de la intervención es clave. «Quiere salir de las sombras y volver a sentirse un hombre completo», subrayó.
Cetrulo espera que este tipo de intervenciones se conviertan en algo rutinario en el futuro, lo que es especialmente esperanzador para el gran número de soldados víctimas de explosiones de artefactos improvisados en las guerras de Irak y Afganistán, que en un alto porcentaje afectan al área genital.
El hospital de veteranos más importante del país, el Centro Médico Walter Reed (Washington), también participó en el proceso de investigación que desembocó en el trasplante, debido al impacto de las heridas genitales entre los excombatientes y el papel que juegan esos daños en suicidios.
«La pérdida de los genitales puede ser devastadora para la identidad y, en sentido de masculinidad, del individuo», explicó el equipo médico.
En un comunicado, Alexandra Glazier, presidenta del banco de donantes que permitió la intervención, recordó la importancia de las donaciones y alabó el paso dado por la familia del fallecido.
Manning dio las gracias al donante y al equipo médico que le ha tratado y aseguró que literalmente le «han salvado la vida», al tiempo que confió en que su caso sea el comienzo «de un futuro más prometedor para este tipo de trasplantes».
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