Durante casi dos horas los ‘dimonis’ hicieron disfrutar al público, que llenó Jaime III y Joan Carles I. | Miquel Àngel Llabrés

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Noche de fuego y calor. Alrededor de 25.000 personas –5.000 más que el año pasado– presenciaron este domingo por la noche el Correfoc de Sant Sebastià, que repitió recorrido –con salida en el Pont de la Riera y llegada a la Plaça Joan Carles I– y entusiasmó al público. La temperatura acompañó y el viento, que amenazaba con empañar este gran desfile de dimonis, respetó el horario del Correfoc.

Con 10 minutos de retraso sobre el horario previsto y con unas grandes medidas de seguridad, la colla Es Cau des Boc Negre inició un ‘paseo’ multitudinario en el que también participaron Cultural Ratapinyada, Endomoniats; Kinfumfa; Cultural Rondalla de Bellver, Trafoc; Cultural Dimonis de Son Sardina, Enfocats, Cultural Realment Cremats y Cultural Trabucats. En total, participaron nueve colles de dimonis, dos de ellas con bèsties de foc: Drac i Guardians de Sant Jordi y el Drac de na Coca. Una pirotecnia blanca en forma de cascada dio el ‘sus’ a una fiesta que obligó a apagar las luces de Jaime III para dar una mayor visibilidad al espectáculo de los dimonis.

Cerca de 40 minutos tardó la última colla en iniciar un recorrido en el que no faltaron luces rojas, humo, fuego, petardos y mucha participación, especialmente en el inicio y en la mitad del recorrido. Fue en ese punto donde alguna de las colles cogieron sus ‘juguetes’ de fuego, que añadieron al Correfoc (carretillas –una de ellas presidida por el cráneo de un animal–, paraguas de fuego, petardos con y sin trueno o tridentes). En total, 276 dimonis y caps de colla (26 más que el año pasado), 205 timbalers y 53 asistentes de las colles ‘tomaron’ el centro de Palma. Participaron 534 personas, auténticos protagonistas de una noche infernal.

Como en años anteriores, se sucedieron escenas vividas en otros correfocs: niños en brazos de sus padres llorando; otros, disfrutando con el jaleo y, muchos cumpliendo con las normas de seguridad obligadas en este tipo de eventos: ropa adecuada, cabeza tapada y sin molestar a los dimonis.

A lo largo de las casi dos horas que duró el Correfoc se quemaron 224,6 kilos de material pirotécnico (24 más que en 2017) y se encendieron las dos bèsties de foc que se sumaron a la fiesta, no sólo el Dran de na Coca. No faltó de nada. Las tremendas máscaras (de colores y tamaños diversos), los cuernos (algunos enormes), su trozos de piel que les cubre la cabeza y cuello del fuego (incluso alguno llegaba hasta la cintura) y una magistral interpretación de cada uno de ellos en su particular papel de dimoni volvieron a encandilar al público, que no dudó en grabar con sus móviles decenas de bengalas que volaron de las carretillas, surtidores y rodelles de los dimonis.

El Correfoc ha sumado en el programa de fiestas de Sant Sebastià gracias a las colles –que ponen toda su pasión– y, en esta ocasión, al tiempo (más otoñal que invernal).