Más de un millón de especies de biodiversidad podrían extinguirse próximamente en todo el mundo, lo que supone un declive global «sin precedentes conocidos en la historia» de la humanidad, y además, estas extinciones se están «acelerando» y provocando además un grave impacto para la población mundial, según alerta el primer informe global de biodiversidad, realizado por la Plataforma intergubernamental científico-normativa sobre diversidad biológica y servicios de los ecosistemas (IPBES, por sus siglas en inglés).
Esta plataforma, que forma parte de la UNESCO ha elaborado el primer informe que analiza la situación a nivel global. El documento, que se ha presentado este lunes en París, ha sido elaborado por 150 expertos de 50 países y cuenta también con las contribuciones adicionales de otros 250 expertos que durante los últimos tres años han analizado los cambios de las últimas cinco décadas e incluye escenarios posibles para los años venideros.
El objetivo del trabajo es que la primera Evaluación Mundial de la Diversidad Biológica y los Servicios de los Ecosistemas sirva para establecer políticas para frenar la pérdida de la biodiversidad global en los próximos diez años durante la Convención de Diversidad Biológica que se celebrará en China en 2020.
El presidente de la IPBES, sir Robert Watson, ha destacado que la «aplastante evidencia» del informe que incluye un amplio rango de distintos campos del conocimiento presenta una «amenazante fotografía» y asegura que se trata de la mejor evidencia disponible de expertos para que se adopten las decisiones, las políticas y las acciones.
«La salud de los ecosistemas de los que nosotros y todas las demás especies dependen está deteriorándose más rápidamente que nunca. Nosotros estamos erosionando los principales fundamentos de nuestras economías, sociedades, seguridad alimentaria, salud y calidad de vida en todo el mundo», denuncia.
Además, durante la presentación este lunes en la sede de la UNESCO en París ha expuesto que este informe también expone que todavía no es demasiado tarde para marcar la diferencia, pero solo si se empieza a ahora a todos los niveles, de lo local a lo global.
«A través de un cambio transformador la naturaleza podrá todavía ser conservada, restaurada y usada de manera sostenible, esto es clave para alcanzar la mayoría de otros objetivos globales. Queremos decir a través de un cambio transformador, fundamental, de reorganización del sistema a través de factores tecnológicos, sociales y económicos, incluidos los paradigmas, objetivos y valores», ha subrayado.
En concreto, el informe concluye que alrededor de un millón de especies de animales y de plantas están amenazadas de extinción en este momento, ya que la media de abundancia de especies nativas en la mayor parte de los hábitats ha disminuido al menos un 20 por ciento desde 1900. Así, más del 40 por ciento de las especies de anfibios, casi el 33 por ciento de los arrecifes de coral y más de un tercio de todos los mamíferos marinos están amenazados.
El trabajo señala que el cuadro es menos claro para las especies de insectos, pero asegura que hay evidencias de que al menos el 10 por ciento de ellas está amenazado. Al menos, 680 especies de vertebrados se han extinguido desde el siglo XVI y más del 9 por ciento de todas las estirpes domesticadas de mamíferos que se utilizan en la alimentación y la agricultura se habrán extinguido en 2016, con al menos 1.00 especies más aún en situación de amenaza.
UNA AMENAZA DE EXTINCIÓN GLOBAL
Los codirectores del informe, la profesora argentina Sandra Díaz, el profesor alemán Josef Settele y el profesor brasileño Eduardo Brondizio han alertado de que la situación está produciéndose tan rápido que incluso se podría poner en riesgo el futuro de los hombres en el planeta. «Es un mensaje muy claro. Todos los Gobiernos tienen que actuar. No es una metáfora, es una evidencia», ha insistido Díaz durante la rueda de prensa.
Entre las conclusiones, el profesor Settele ha afirmado que esta pérdida de ecosistemas, especies, poblaciones salvajes, variedades locales, especies de plantas y animales domesticadas están colapsando, deteriorándose o desapareciendo y que esta pérdida es «resultado directo» de la actividad humana y constituye una amenaza directa al bienestar humano en todas las regiones del mundo.
Los autores concluyen que las cinco primeras causas que están provocando este declive son los cambios de uso de suelo y del mar; el explotación directa de los organismos; el cambio climático; la contaminación y las especies exóticas invasoras.
Al mismo tiempo, el trabajo recuerda que desde 1980 las emisiones de gases de efecto invernadero se han duplicado y la media de las temperatura global ha subido al menos 0,7ºC y señala que los impactos esperados en las próximas décadas en algunos casos superarán el impacto de los usos de la tierra y del mar y otros factores.
Por otro lado, el informe alerta también de que esta falta de progreso en la conservación de la biodiversidad y el uso sostenible de los recursos naturales no permitirán alcanzar las 20 Metas de Aichi, acordadas por el Programa Mundial de Medio Ambiente de la ONU para frenar la pérdida de bioviersidad en 2020 y si no se alcanzan tampoco en 2030 supondrá asimismo sucumbir en el 80 por ciento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) relacionados con la pobreza, el hambre, la salud, el agua, las ciudades, el clima, los océanos y el uso de la tierra.
De este modo, el trabajo concluye que la pérdida de biodiversidad no es solo un asunto medioambiental sino también es una cuestión de desarrollo, económica, de seguridad, social y moral.
El profesor Brondízio ha subrayado que para entender mejor y, más importante, para abordar las principales causas del daño a la biodiversidad y a la contribución de la naturaleza a la población, debemos entender la historia y la interconexión global de los motores de cambio indirectos en la economía y la compleja demografía, así como los valores sociales que la apuntalan».
El trabajo señala también que tres cuartos de los ecosistemas de tierra y el 66 por ciento del medio ambiente marino han sido alterados «significativamente» por la acción humana. De media estas tendencias son menos severas o no existen en las áreas gestionadas por las poblaciones indígenas y las comunidades locales. Además, más de un tercio de la superficie terrestre y casi el 75 por ciento de los recursos de agua dulce están en la actualidad destinadas a la producción agrícola.
En esta tendencia global negativa para la biodiversidad, los científicos señalan también que la contaminación marina por plástico se ha multiplicado por diez desde 1980; que cada año entre 300 y 400 millones de toneladas de metales pesados, disolventes y productos tóxicos y otros residuos de las instalaciones industriales terminan cada año en las aguas y los fertilizantes que llegan a los ecosistemas costeros han provocado más de 400 «zonas muertas» en los océanos.
Los autores advierten también de que la tendencia negativa para la naturaleza continuará hasta 2050 y más allá «en todos los escenarios explorados» en el informe excepto en el escenario de que se produzca un cambio transformador debido a los impactos del aumento del cambio de uso de tierra, la explotación de los organismos, el cambio climático y será «significativamente diferentes» según las distintas regiones.
1 comentario
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Podríamos substituir el turismo que tenemos,por la preservación en Mallorca de especies amenazadas de extinción y que el FMI pague.