Alejandro Gimeno en Cala Rafalet, uno de sus lugares preferidos para la práctica del slackline, y en Llucalcari de Menorca.

TW
3

El slackline es un deporte reciente que se ha puesto muy de moda estos últimos veranos. La actividad consiste en poner una cinta elástica de poliéster entre dos puntos y caminar descalzo sobre ella. Hay diferentes modalidades: highline en altura; trickline, que consiste en dar saltos y realizar acrobacias, y waterline, sobre el agua. Se puede practicar tanto en el interior como en el exterior, sin zapatillas. El equilibrio, que es fundamental, se consigue mediante la práctica.

En Mallorca encontramos dos grupos consolidados de personas que practican slackline. Uno es el Balear Slacklife, que se dedica más a la modalidad de trickline y está compuesto por unos diez miembros. Entre ellos se encuentra Lluís Carbonell, un joven de 29 años que ha obtenido muy buenos resultados en diversos campeonatos. Forma parte del equipo Pro Nacional, la elite de los deportistas de slackline españoles, que compiten a nivel internacional. Él y sus amigos practican en Cala Millor.

Domingo Capó es otro profesional del slackline que solía impartir clases de este deporte en el Circo Stromboli, pero lo dejó porque «no cuajó». Él y sus compañeros –suelen ser entre 5 y 10– se reúnen como mínimo una vez a la semana para realizar esta actividad en Palmanova. Este viernes estuvieron montando un highline en una cala en la zona de Santanyí. Allí permanecerán todo el fin de semana. Domingo explica que «hay mucho movimiento de aficionados, sobre todo en verano; en el resto del año se mantiene la actividad».

En Menorca

Algo similar ocurre en Menorca. Alejandro Gimeno Tortosa tiene 29 años y es de Sabadell. Llegó a la Isla hace cuatro años. Trabaja como instructor en el rocódromo del pueblo de Sant Lluís con el club de escalada Talayotic Monkeys. Gimeno sostiene que para mejorar en el slackline en el exterior hay que practicar y tener nociones para equilibrarse. «Se pueden hacer saltos y acrobacias, pero nos dedicamos sobre todo a andar. Solemos establecer distancias de entre 20 y 80 metros, pero se pueden alargar todo lo que uno quiera. De hecho, hemos montado una cuerda de hasta 386 metros».

Sobre su pasión por este deporte, Alejandro Gimeno afirma que lo practica casi todos los días, si el tiempo lo permite, con sus compañeros de afición.