El cocinero y maestro arrocero Kike Martí reunió a la familia en casa por primera vez, celebrándolo con una paella de valenciana. | Julián Aguirre

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Las terrazas, en Palma, fueron el primer destino de muchas parejas y grupos de amigos, quienes, ayer lunes, primer día de la fase 1 de la desescalada, no dudaron en reunirse para tomar unas copas o un café. Pero no todos los bares o restaurantes con terraza abrieron y eso provocó que la actividad en locales abiertos, como el Bar Bosch o La Siesta, se vieran algunos clientes haciendo cola y esperando a ocupar alguna mesa libre. Mientras tanto, muchas familias y también amigos organizan comidas o cenas, de cara al próximo fin de semana, para reunirse a manteles.

«Hay más movimiento del que nos esperábamos», comentaba el encargado del Bar La Siesta, en el paseo del Borne, el único que abrió. Sin embargo, propietarios de otros locales y terrazas de la zona merodeaban observando el movimiento de gente. A partir de las 11 de la mañana se animó el ambiente siendo la tarde el momento del día más concurrido. «Los padres del colegio tenemos un grupo de WhatsApp y solíamos quedar los jueves para cenar, jugar al fútbol o a pádel y desde hace dos meses no habíamos vuelto a quedar», comentaba Carlos, quien confiesa que «ha sido una sensación extraña al vernos y no poder estrechar la mano o darnos un abrazo de reencuentro».

EL REENCUENTRO TRAS CONFINAMIENTO.

Por su parte, Laura Sophie y Sonia Marina comentaron que «hemos estado buscando una terraza para tomar una copa y en el Instagram de un amigo hemos visto que aquí estaba abierta. No hemos podido celebrar nuestro cumpleaños porque nos ha coincidido con el confinamiento, pero ya habrá tiempo. De momento vamos a tomarnos esta cañita bien fresquita».

Primera comida en familia

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El cocinero y maestro arrocero Kike Martí reunió este lunes a su hijo y sobrinos en su casa. «No nos hemos visto en todo el confinamiento y tampoco hemos podido esperar al fin de semana para celebrar, como cada domingo, nuestra paella en familia», confesaba el valenciano, creador de la marca arrozame y afincado en Mallorca, quien aseguraba que «he notado que así como hemos sido muy disciplinados durante el encierro, la gente se olvida rápidamente de lo sucedido y es muy fácil volver a la normalidad, pero tenemos que tener cuidado».

Algunos clientes llegaban con sus mascarillas y guantes, como es el ejemplo de José Cuenca, quien junto a su amigo Rafael Castillo, explicaron: «Pensábamos que abrirían más terrazas y por otro lado creíamos que habría menos gente. Y, la verdad, hay muy buen ambiente. La gente tiene ganas ya de salir y rodearse de sus amigos de toda la vida».
Cristina Strobel y Tina son estudiantes y residen en Palma desde octubre. «Preferimos quedarnos aquí en el confinamiento. Mallorca es genial. Ha sido muy duro estar solas, pero ahora podemos salir a pasear por el centro, que es precioso y tomar unos vinos. Además hemos hecho nuevos amigos y lo hemos pasado genial», confesaron.

Tras el teletrabajo matinal, otro grupo de amigos –Juan Pablo, José, Eva, Susana, Isabel y Pilar– se reunieron por la tarde en una terraza del paseo del Borne. «Hemos hecho house parties y vídeoconferencias con el grupo de amigos, pero no hay nada como volver a vernos para tomar una copa juntos en una terraza», afirmaba Susana Frontera. Quien ya tenía ganas de volver a ver a su hermana es el humorista Agustín ‘El Casta'. «Nos hemos llamado cada día, pero no nos hemos podido ni abrazar.

Ahora vamos a brindar por la salud, porque es primordial y no olvidarnos del problema que nos ha mantenido encerrados en casa. Hay que salir pero respetando las medidas tomadas para que todo esto se solucione», decía Agustín, en la terraza de El Bungalow en Ciudad Jardín. El contraste se encontraba entre gente que llevaba guantes y mascarillas y quienes no, incluso en el mismo grupo de amigos. Por la tarde, muchos bares de barriadas se llenaron de vecinos que sólo se habían saludado por los balcones y que brindaron por volver pronto a la normalidad.