Biel, 23 años: Comenzó a jugar online a los 18 años. Hace ocho meses inició un tratamiento para luchar contra su adicción. | Pere Bota

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«Empecé apostando a partidos de fútbol, luego pasé al tenis y una madrugada me encontré saliendo de casa para sacar dinero y apostar en un torneo de ping pong», recuerda con pesar Biel (nombre ficticio), un joven de 23 años de Mallorca que lleva tan solo ocho meses en tratamiento para luchar contra su adicción al juego, tanto online como presencial, porque llegó un momento en el que una u otra modalidad le venía bien con tal de «jugarse» algo.

Todo empezó nada más cumplir los 18, de forma muy inocente, pero habitual según los expertos consultados. A Biel siempre le gustó el fútbol y sabía de este deporte, quería tener dinero en el bolsillo, sus amigos ya jugaban y tenía la necesidad de controlar algo en su vida. En definitiva, sin saberlo, era carne de cañón de este tipo de adicción. No supo darse cuenta de que era incapaz de controlarse hasta que un día salió del negocio familiar donde trabaja con dinero robado de la caja registradora: «Toqué fondo. Llevaba meses gastándome el sueldo en dos días. Luego iba tirando, me quedaba en casa negando que me había fundido toda la pasta. Si ganaba 50 euros, parecía otro... al final tuve que pedir ayuda a mi familia. Ellos lo sospechaban, pero si yo no era capaz de decirlo en voz alta, ellos mucho menos», dice Biel.

No piensen que el caso de Biel es único o marginal, en absoluto. Lo vienen avisando los expertos en adicciones desde hace ya tiempo. Para Oriol Lafau, coordinador autonómico de Salud Mental, los casos que se presentan en la Unidades de Conductas Adictivas (UCAS) «son la punta del iceberg del problema. Y más pronto que tarde nos va a explotar en la cara. Los adictos son cada vez más jóvenes, y muchos juegan desde antes de cumplir los 18», denuncia Lafau, al tiempo que recalca que «nos quejamos de la doble moral de Estados Unidos con las armas, pero nosotros banalizamos el poder del juego, una adicción aún más fuerte que el consumo de alcohol o las drogas. Éstas te producen bienestar por un corto espacio de tiempo, pero jugando ganas dinero, lo tocas con las manos. Imagínese esa sensación...», lamenta Lafau.

¿Cómo no va a ocurrir si las casas de juegos de azar crecen sin freno en Mallorca? Según el Anuario del Juego en España de 2018, Baleares es la cuarta comunidad del país donde más han aumentado este tipo de negocios. Y Palma tiene el dudoso honor de ser una de las ciudades con mayor densidad de salas de azar por habitante del Estado: un salón por cada 7.000 palmesanos. En 2012 se contabilizaban 62 salas de este tipo en la Isla, mientras que a día de hoy ya coexisten 113, siendo llamativa la expansión de este tipo de negocios a la Part Forana, un fenómeno que comenzó hace dos años, y que se hace más evidente en las zonas turísticas: Calvià, por ejemplo, aglutina hasta 14 negocios de este tipo, Alcúdia y Manacor seis cada una... Y piensen que ahora las casas de apuestas online también tienen espacios físicos, ocho en la Isla por el momento. Más posibilidades de apostar, más adictos en potencia. Suma y sigue.

Cada vez más jóvenes

Si el juego nunca ha entendido de sexo ni estrato social, ahora tampoco de edad. «En dos minutos puedes estar apostando todo tu dinero. Es tan fácil... –lamenta Julia Monge, psicóloga y fundadora de la Associació Juguesca, una de las pocas entidades dedicadas a ayudar a ludópatas y familiares en la Isla, con 22 años de experiencia a sus espaldas – . Una persona con un smartphone en la mano es un adicto en potencia», apostilla la experta.

Las nuevas tecnologías te permiten apostar en línea, y esta facilidad, unida a la imagen de glamour que se le da de un tiempo a esta parte a las apuestas por internet, con un bombardeo constante de anuncios en medios de comunicación protagonizados por personajes famosos como Cristiano Ronaldo, Carlos Sobera o Gerard Piqué, hacen más mal que bien a los más jóvenes: «El capitán del Barça ganó más de 350.000 euros jugando al póker. ¿Por qué no dicen cuánto ha perdido antes? ¿De verdad no se dan cuenta de lo contraproducente que resulta que una persona tan influyente como Piqué se vanaglorie de su éxito en el juego?, se pregunta la psicóloga de la Associació Juguesca.

En este sentido, Monge señala que el perfil del jugador no ha cambiado, solo se ha diversificado. «El adicto es más joven, al tiempo que hemos dejado de encontrarnos con jugadores puros, de los que jugaban a las máquinas tragaperras o a la ruleta de toda la vida, en favor de polijugadores que apuestan por igual en red que de forma presencial en las salas de azar», explica la psicóloga, que también avanza un nuevo perfil de ludópata a tener en cuenta debido a un aumento constatado por esta entidad: jóvenes con patología dual, con algún tipo de trastorno psiquiátrico y adictos al juego. «Son muy vulnerables y con una facilidad pasmosa para acceder a las casas de apuestas online», denuncia la responsable de la Associació Juguesca.

Falta de datos

Desde la Associació d'Empresaris de Sales Recreatives i de Joc de Balears (SAREIBA) quitan hierro al incremento exponencial en Mallorca de negocios de este tipo. Es más, Miguel Ángel Riera, adjunto a la presidencia de esta entidad, duda de que haya «negocio» para tantos establecimientos similares, y lamenta que estar excesivamente en primera línea como sucede ahora da mala imagen a un sector, dice, «con 40 años de experiencia, da empleo a más de 500 personas en las Islas, cumple la normativa a rajatabla y aporta a las arcas de la Comunitat cerca de 40 millones de euros anuales en tasas fiscales».

En este sentido, Riera pide a las Administraciones que tomen medidas con premura para regular el juego online, al tiempo que recuerda que SAREIBA ha ofrecido su total colaboración con el Govern para evitar la entrada de menores en sus instalaciones: «Trabajamos a contrarreloj para implantar un sistema de reconocimiento facial y cumplir el decreto autonómico que entrará en vigor en octubre. Nadie puede negar que estamos haciendo los deberes. ¿Por qué la administración competente no pone en marcha un Libro blanco del juego en el Archipiélago? Así veremos cuánto hay de verdad en el número de adictos, por ejemplo», asegura Riera.

Otra gran duda a la hora de conocer la magnitud del problema con el juego es la falta de datos. Lo constata Oriol Lafau, coordinador autonómico de Salud Mental, que señala la imposibilidad de hacer una radiografía de la adicción al juego porque las Unidades de Conductas Adictivas (UCAS) dependen de diferentes instituciones según la Isla: «Así es casi imposible tener cifras claras de personas en tratamiento». Eso sí, responde con contundencia a SAREIBA respecto a la entrada de menores en los salones de juegos: «He tenido que ir personalmente a un local de Palma a exigir que impidan la entrada de un paciente menor de edad. Que no me digan que no juegan porque sabemos que ocurre diariamente», denuncia.