Las citas en línea se han convertido en un fenómeno social imparable. Casi el 40 % de las parejas se conoce ya a través de apps de contactos.

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«Suelo equiparar el hecho de buscar pareja, hoy en día, a las tareas de buscar trabajo o piso. Hay muchos, pero los buenos ya están cogidos. Y los que no... ¡ay, los que no!», explica Laura, una médico que lleva tres años en Mallorca, y que por falta de tiempo, unido a la consabida dificultad de un recién llegado para conocer gente, se apuntó a una web de citas de pago buscando su media naranja, un amigo con derecho a roce o, simplemente, alguien con quien charlar de algo que no fuera el trabajo en el hospital. «Para la primera cita me volví loca: me fui a la peluquería, estrené ropa, hasta limpié el coche a fondo para que media hora antes él la cancelara con una excusa bastante pobre. Después de enfadarme y cancelar mi cuenta en esa aplicación me pasé dos horas llorando en el sofá y bebiendo vino cual Bridget Jones –recuerda con humor la médico –. Ahora me lo tomo con más calma. Me pinto los labios como mucho y trato de no emocionarme. Es más sano», recalca.

Cada vez hay más solteros. Y la tendencia no da visos de que vaya a remitir. Un dato para que nadie se preocupe más de la cuenta si no ha encontrado a su media naranja: según el INE hay más de 54.000 hogares en Baleares formados únicamente por solteros, mientras que en todo el país hay 4,4 millones de viviendas unipersonales. Si a esto le sumas que los españoles somos líderes europeos en el uso de smartphones, no le ha de extrañar a nadie que internet haya revolucionado las reglas del juego a la hora de buscar pareja, incluso ya resulta más fácil ligar a través de la red que hacerlo en persona. Buena muestra de ello es la cantidad de aplicaciones de citas que han surgido en los últimos años. Hay más de 6.000 redes sociales en internet solo para ligar, incluso existen aplicaciones católicas bendecidas por el mismísimo Vaticano para encontrar pareja. Ver para creer. De la clásica Meetic, pasando por la ya archifamosa Tinder, AdoptaUnTío, Grindr, Wapa, badoo, happn... tantas como opciones sexuales hay. Todos tienen su espacio virtual para el ligoteo o para enamorarse.

De la red a la vida real

Según un estudio de la Universidad de Arizona, el porcentaje de parejas heterosexuales que se han conocido virtualmente ha crecido a pasos agigantados en las dos últimas décadas. Si en 1995 era tan solo del 2 %, en 2017 esa cifra ya era del 40 %. Y si cuatro de cada 10 parejas heterosexuales formadas en 2017 se conocieron gracias a Internet, el porcentaje aumenta hasta seis en el caso de las parejas homosexuales.

A tenor de estos datos, parece que la barra del bar a la hora de conocer gente cada vez está más vacía, en favor de la pantalla del móvil. Pero lo curioso es que todas las personas que han accedido a participar en este reportaje han preferido no dar la cara: «Y eso que conozco más parejas estables que se han conocido primero en internet que habiendo conectado en el gym», confiesa Miquel, un divorciado de 38 años, con dos hijos, y que, curiosamente, conoció a su ahora exmujer a través de una amiga común que ejerció de Celestina: «Nos pasamos mes y medio charlando a través de sms, en 2002 no existía nada similar al WhatsApp, hasta que nos conocimos en persona. Ahora es mucho más fácil, y barato», agrega riéndose, aunque a su actual pareja la conoció en el trabajo tras pasar unos meses de ‘soltero casquivano' en Tinder. Cosas de la vida.

«Esto de ligar por internet está muy bien, pero al final tienes que conocer a esa persona que tienes al otro lado de la pantalla. Cuatro fotos no bastan para saber si te gusta alguien. Hace falta mucho más para conectar –señala Olga, responsable de marketing –. Al menos yo necesito tomarme un café y ver el feeling. Luego ya se verá. Y eso que no estoy en Tinder con la idea preconcebida de casarme, pero si se presenta Paul Newman a lo mejor quiero cerrar mi perfil, pasar por el altar y tener cuatro hijos. Pero por el momento no lo he conocido», asegura.

Evolución

Marta, por su parte, tiene una sensación agridulce de su paso intermitente por apps de ligoteo, y aconseja «estar muy cuerdo» cuando te abres un perfil: «Si estás en un momento bajo, sola en casa y necesitada de cariño, es fácil engancharse. Encontrar atención en apps de contacto es muy fácil, hasta varias personas diferentes en un día. Pero es una conexión ficticia, el cara a cara es importante. E incluso entonces puede torcerse todo. Quedé a comer con un chico que no dejó de venderse como el novio ideal, nos lo pasamos tan bien que me dijo que siguiéramos la conversación cenando esa misma noche; unas horas después me envió un escueto mensaje diciendo que ‘no estaba en su mejor momento para tener una relación seria' –recuerda Marta –. ¿Perdona? No he salido de una relación tóxica de varios años para encontrar otro tío cortado por el mismo patrón», finaliza la agente inmobiliaria, que no duda en señalar que en su círculo de amigos hay varias parejas que se conocieron en una situación similar y ahora están felizmente juntos. ¿Cuestión de suerte?

Así conoció Biel a su actual pareja, y a otras que ha tenido en el pasado: «Con algunos cerré mi perfil en Grindr, con otros la mantuve si estábamos de acuerdo en tener una relación abierta», dice este consultor, que no duda en tildar las aplicaciones de este tipo como un buen sitio para conocer gente: «¿Qué es lo que ha cambiado? Ahora tu relación comienza en la cama y luego puedes pasar a tener algo más serio si hay química. No hay nada malo en ello. Las relaciones, como la vida y la tecnología, evolucionan», finaliza.

No coincide con él Arnau, un barcelonés que salió durante 12 años con su pareja, y que cuando se apuntaron a Grindr buscando nuevas emociones para su relación, todo se vino abajo: «He mantenido el perfil abierto seis meses y me he sentido como comprador en un mercado de carne y, al mismo tiempo, un producto a la venta. Creo que nunca me he sentido tan mal con mi cuerpo como estos meses. Por eso he cancelado mi cuenta y no pienso repetir», asegura.

Mientras que el que sí ha sacado una experiencia positiva de su paso es el escritor y editor mallorquín Vicente García. Hace dos años publicó el libro Tinder y otras redes sociales , que nace de su experiencia de un año en webs de citas cuando se separó: «No es un mal lugar para conocer gente, con algunas sigo manteniendo una relación de amistad sin haber pasado por la cama, y con dos chicas tuve una relación más o menos larga –explica el escritor –. En la red te topas con gente que te engaña en sus intenciones, que miente en sus fotos o en la edad, pero tampoco es muy diferente a un encuentro en un bar. Solo que aquí te saltas algunos pasos».