Myriam habla desde su propia experiencia, como madre que ha perdido a un hijo contagiado.

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Myriam Chamorro de Gaotani, madre de Iván Javier Vázquez, el joven de 33 años que murió el pasado 23 de marzo por coronavirus en Son Espases, y su hija, y hermana de este, Rocío, invitadas por la presidenta del Govern de les Illes Balears, Francina Armengol, asistieron el pasado jueves al acto que se celebró en el Palacio de Oriente en recuerdo de los muertos por COVID-19, sentándose por detrás del vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias.

Ambas vestían de negro, con mascarillas del mismo color. «En la mía puse la foto de mi hijo. Quería que todos supieran que ese niño-hombre había dejado este mundo por esa terrible enfermedad, y que con ello tomaran conciencia de que el coronavirus sigue aquí, entre nosotros, por lo cual hemos de seguir tomando precauciones».

En la ceremonia en homenaje a las víctimas del coronavirus celebrada en el Palacio Real, Myriam y Rocío ocuparon sus sillas por detrás de donde estaba el vicepresidente primero del Gobierno, Pablo Iglesias.

Entrevista con Armengol

Myriam nos contó que raíz de la muerte de su hijo, mandó un email a la presidencia de Govern, contando su caso. «Pensaba que no me contestarían –nos dice–, pero el pasado día 8, la presidenta me invitó a que me pasara por su despacho, donde estuvimos hablando largo tiempo, interesándose por lo que le había sucedido a mi hijo. Durante la conversación, en la que no me limitó el tiempo, le conté que Iván se había contagiado en el colegio y también le expuse mis dudas respecto a por qué, llegando al hospital, no le habían entubado.»

«En un momento de la conversación –señaló– la presidenta me preguntó que si quería asistir al acto a celebrar en Madrid, le contesté que sí y… Pues que allí estuvimos mi hija y yo, en el lugar donde se celebraba el acto en recuerdo de los desaparecidos por la COVID-19, sentadas por detrás del miembros del Gobierno español, y hasta donde se vino ella, la presidenta a saludarnos. De ella solo puedo decir que es una mujer dulce y muy cercana, que me dio las gracias por estar allí en un acto tan triste y que tanto me afectaba».

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Habla desde su experiencia

Myriam, como madre de víctima del coronavirus –ella, como recordarán, estuvo al lado de su hijo, en su misma habitación, hasta que murió, en todo momento hablándole, muy pendiente de él– asistirá también al acto religioso que el Obispado celebrará próximamente en Palma en recuerdo de las víctimas de la pandemia.

«Si yo tuviera que hablar en el mismo, me dirigiría, sobre todo, a los jóvenes, a quienes les pediría que, ¡por favor!, tomaran conciencia de sus actos, especialmente cuando van de botellón, o asisten a fiestas sin mascarillas, y sin mantener las distancia. Que sean conscientes de que no solo se pueden infectar ellos, sino que, además, pueden transmitir el virus a sus padres y hermanos… Incluso a sus abuelos, personas de altísimo riesgo.»

«Les recordaría –sigue su relato– que les pido eso desde mi propia experiencia, como madre que ha perdido a un hijo contagiado. Posiblemente la peor experiencia que puede tener una madre… Porque durante el tiempo que permanecí a su lado, que fue hasta que murió, le estuve viendo la cara al virus. Y vi cómo mi hijo moría como un pescado que sacan del agua, asfixiándose, sin poder respirar…»

«Que piensen –dice– en que si se exponen en fiestas, les puede pasar a ellos. O que siendo asintomáticos no les pase nada, pero que contagien a otros que puedan morir por su culpa. Sed conscientes, ¡por favor! No permitáis que un rato de diversión pueda poner en peligro la vida de muchos, incluida la vuestra. Porque, como digo, el virus sigue ahí, vivo. Basta si no ver la cantidad de rebrotes que se producen. Sed conscientes de las consecuencias que puede traer si no se ponen mascarilla y guardan las distancias».

Más clara en su exposición, desde luego, no puede ser. Y, encima, hace la propuesta como madre de un chaval que murió por haberse contagiado. Que no se lo contaron, vamos, sino que lo vivió en sus propias carnes. Así que, hacedle caso. No os expongáis. No se exponga nadie.