Según el estudio, 'Cetáceos varados a lo largo de la costa italiana: el papel de las actividades antropogénicas. Un enfoque en el plástico', en solo siete meses, entre 2018 y 2019, al menos 26 cachalotes murieron en el Mediterráneo occidental, una cantidad «preocupante» para una población que ya se considera en peligro de extinción.
Y son las actividades humanas la principal amenaza para los cetáceos, pues una cuarta parte de los cetáceos varados a lo largo de las costas italianas en los últimos años ha muerto por causas atribuibles al ser humano, en particular al quedar atrapadas en las, cada vez más frecuentes, redes abandonadas en el mar, y también debido al uso de artes de pesca ilegales, como las redes de deriva, que en los últimos días han atrapado a dos cachalotes en las islas Eolias.
Pero otro grave problema es el plástico: el 84% de los cachalotes varados analizados entre 2008 y 2019 tenían fragmentos de plástico en el estómago, llegando hasta 22 kilos de plástico en una hembra varada en Olbia, a principios de 2019.
A estas amenazas se suma un virus, el causante del conocido como 'sarampión de los cetáceos' que, tras graves epidemias en delfines entre 1990 y 2008, ahora parece resurgir, especialmente asociado con otras tensiones ambientales. Cinco de los seis cachalotes varados analizados en el verano de 2019 dieron positivo al virus.
En este sentido, el informe destaca que, como en el caso del SARS o el COVID-19, también este virus está saltando entre especies, llegando incluso a otras como nutrias o focas. Por eso, el estudio de las causas de muerte de estos animales es una herramienta fundamental para la investigación y la conservación, pero también para la protección de la salud humana.
«No podemos permitir que las actividades ilegales y la degradación del medioambiente causada por los humanos asfixien a esas criaturas únicas. La pesca y la contaminación por plásticos están haciendo desaparecer a los cetáceos de nuestros mares y los humanos tenemos la culpa», alerta María José Caballero, portavoz en Greenpeace España.
La organización ecologista considera que para salvaguardar a estos animales se necesitan áreas protegidas que limiten el impacto de los humanos. Así, demanda un Tratado Global de los Océanos que garantice la protección de, al menos, un tercio de los océanos del mundo para 2030 para así defender la biodiversidad, ayudar en la lucha contra el cambio climático y proporcionar seguridad alimentaria a miles de millones de personas.
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Esperamos transparencia sobre el origen de los plásticos. En un viaje a Marruecos, la situación me pareció de descontrol para su recogida y reciclado.