Martina Benvenutto siente la necesidad de compartir su experiencia. | PAU TORRENS

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Cuando quedamos con la empresaria y diseñadora de moda Martina Benvenutto, de origen uruguayo pero residente en Mallorca, nos tenía reservada una sorpresa. La que tenía que ser una entrevista sobre nuevas formas de negocio y moda se convirtió en toda una declaración de intenciones.

¿Cómo la presento?
– Divertida, auténtica, cosmopolita nacida en Uruguay descendiente de españoles e italianos. Llegué a Mallorca por un amor al que conocí en Marbella hace ya nueve años. Soy empresaria, siempre quise trabajar para mí. Conocí a la familia Salas, que tiene la empresa Nilay, e hicimos una fusión en la que me ocupo yo de la parte creativa y mi socia Audrey Salas de los números. Tenemos abiertas cinco tiendas, y si no hubiera estallado la pandemia, tendríamos más. Todo se andará.

¿Qué significa Nilay?
– Es una palabra india que significa ‘el paraíso eres tú', y de eso sé bastante, la verdad. La felicidad está en la mente pero también en el cuerpo que le da cobijo. Nuestra línea de ropa, bisutería y bolsos está creada para que la mujer se sienta siempre en casa, cómoda y a gusto con ella misma. Nuestro espíritu es el espíritu libre, sin prejuicios, que te respeten.

Usted es un espíritu libre, ¿y cómo lo demuestra?.
– Absolutamente libre y lucho por ello. Tuve una vida complicada a pesar de que mis padres me dieron la mejor de las educaciones y en los mejores colegios de Uruguay. También me dieron mucho amor pero a nivel estético tuve problemas, no estaba conforme con mi cuerpo, y lo que le voy a decir es la primera vez que lo digo en una entrevista que va a ser pública. Soy transgénero, aunque no se note, soy una mujer que nació hombre. Mi transformación comenzó siendo muy joven gracias al apoyo de mis padres y de unos médicos excelentes que me ayudaron desde el principio. Vine a España porque aquí hay los mejores médicos para temas tan delicados, y no me equivoqué porque he podido desarrollar la vida que siempre he querido.

¿Por qué siente la necesidad de contarlo ahora?
– Si lo cuento ahora, con 37 años, es porque es una necesidad que crece en mí. Sé que es el momento. Además, es un tema que está de máxima actualidad, la gente que me conoce y lo sabe me quiere y me respeta. Esta entrevista es una especie de ‘salida del armario' social. Hoy en día no es como antes, afortunadamente, pero todavía hay estereotipos que romper y muchas barreras que derribar. Comencemos a hablar del tema, si le parece. Solo pido que no se olvide de lo más importante, que soy una mujer empresaria y que mi nivel cultural es alto para poder ser lo que me dé la gana. Me gusta el arte, el interiorismo, la belleza. Incido en mi estatus cultural porque me ha costado lo mismo que a todos el formarme intelectualmente, y para mí tiene mucho valor que se destaque.

¿Usted qué tiene que demostrar? Es una mujer plena que nació con el sexo equivocado...
– No tengo que demostrar nada que no haya demostrado desde que era un niño. Me casé con mi primer marido más de cara a la sociedad que por amor, he de reconocerlo. Pudieron más mis ganas de celebrar una boda, la primera de una chica transgénero de Uruguay que se casaba de blanco y a lo grande, demostrar a todos que se podía. A mi boda, que celebré en Mallorca, vinieron todos los amigos de mis padres. Era precioso que la hija transexual de un empresario importante como es mi padre se casara con todas las de la ley.

¿Usted se siente transexual o se siente una mujer?
– Me siento plenamente mujer, y si digo hoy que soy transgénero es porque siento que es importante dar visibilidad a un problema que sufren muchas niñas que están en la situación en la que yo estuve y sé que soy un buen ejemplo para ellas. Quiero y puedo ser un referente positivo que las tranquilice, a ellas y a sus familias.

¿Qué opina de la serie sobre la Veneno?
– A las transexuales nos hace un flaco favor. A mi entender la imagen que se da del colectivo es nefasta. A día de hoy estamos en la política, en altos cargos, incluso en la conservadora USA, en el arte, en los negocios, y son transexuales coetáneas de Cristina. No necesitamos enseñar las tetas para ganarnos la vida. Hay que darle normalidad a un hecho que ocurre más de lo que la gente cree. Si un chico después de hacer el amor conmigo se molesta al descubrir que soy trans es su problema, no he de ir contándolo si no me apetece. No hay ninguna obligación moral que nos obligue a ello.

¿Qué le parece el proyecto de ley para la igualdad plena de las personas trans promovida por Montero?
– Es un tema delicado ya que crea mucha controversia entre los que defienden el derecho al cambio de sexo libremente y quienes creen que un menor de edad no está capacitado para tomar tan importante decisión. Creo que un adolescente no está preparado ni física ni psicológicamente para tomar esa irreversible decisión. Lo mejor es empezar el tratamiento hormonal y a los 18 años tomar esa decisión final y sin vuelta atrás con todo lo que implican esos cambios, física y mentalmente.

¿Cómo es la verdadera Martina?
– La misma de siempre, la que se desvive por sus amigos, pero desde ahora mismo mejor y más libre puesto que pronunciar la palabra transexual me costaba y desde este momento, hablando con usted, ya no. Me siento liberada. En la cultura tailandesa tener a una transexual en la familia se considera signo de buen augurio y en la India, que conozco bien puesto que trabajo mucho en ese país, están súper bien vistas. Esto demuestra que se trata de una cuestión meramente cultural. Yo, afortunadamente, no le debo nada a nadie, tengo un trabajo que me gusta, salud, un chico que me ama y buenos amigos que me respetan. Tengo ganas de que ese secreto a voces deje de serlo. Yo doy la cara y con esto que acabo de hacer me he quitado un gran peso de encima. Y si mi testimonio puede ayudar a personas que se encuentren en una situación parecida a la mía, mejor que mejor.