Alba González posó para ‘Ultima Hora’ en la playa de es Molinar. | Teresa Ayuga

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Asus 20 años, Alba González ya sabe lo que es tomar decisiones importantes. La primera, parar los pies a quien decidió hacer malabares con su corazón. Se enfrentó a sus demonios, les puso nombre y, a través de un proceso de catarsis, ha dado a luz un resplandeciente retoño: un EP de siete pistas titulado A dónde vamos. Pop de acordes prístinos y lírica certera que cuenta con la depurada producción de Rodrigo Calderón. Como al Toni Servillo de La Grande Bellezza, a nuestra protagonista le sobra sentido común. Se expresa con convicción y da la cara con un desparpajo y cercanía que desarman. Argumentos que la deberían proteger de hipotéticos detractores, en estos tiempos en los que no hay nada más de moda que segregar bilis. Anoche, la sala La Movida acogió su debut en directo.

¿Qué tal está? Deme la versión larga…
— Aún no acabo de ser consciente de lo que estoy viviendo, en parte es bueno porque te despoja de presión.

¿En su EP hay mucha valentía, o nace de la necesidad de expresarse, de alzar la voz?
— Empezó siendo una necesidad de alzar la voz, pero cuando el proceso se profesionalizó, vi que hacía falta un poco de valentía.

Abrirse en canal y volcar cuanto lleva dentro en una canción, ¿es la mejor terapia?
— Este disco narra una ruptura, desde el momento en el que sabes que se va a romper pero aún no lo ha hecho, hasta cuando se ha superado la ruptura. Creo que no hay terapia mejor que haber hecho estas canciones.

¿Habría sido capaz de exponer sus pensamientos tan abiertamente si no les hubiera dado forma de canción?
— Sí, soy muy directa y clara, expresarme me sale de dentro. Pero creo que he poetizado algo que me ha pasado, si lo hubiera contado tomando un café solo hubiera sido una conversación.

¿Ha tenido pleno control creativo sobre el disco?
— Algunas canciones progresaron de una forma que no imaginaba, pero para bien. El resto salió como imaginaba.

¿Ha cambiado el papel de la mujer en la industria musical?
— Si bien en los últimos años ha evolucionado, aún queda mucho por hacer. Las mujeres no tienen la presencia de los hombres entre los cabeza de cartel de un festival, y está el tema de la sexualización donde no se ha avanzado mucho...

¿Cree que sus canciones transmiten ideales feministas?
— Sí, hay canciones que sueltan tanta rabia que solo el hecho de dejar de tener miedo a decir cualquier cosa ya es importante para una mujer.

¿Algo ha cambiado en usted con la publicación de este EP?
— He evolucionado personal y profesionalmente, y he tenido la suerte de hacerlo con gente en la que confío ciegamente.

Cíteme a sus referentes...
— Aunque son imperceptibles en mi obra, The Beatles. Alguien perceptible sería Amaia.

¿Qué es aquello que no querría olvidar nunca?
— Ahora estoy siendo apoyada por la gente que más me quiere, pero si triunfo y me apoya gente desconocida, con el cambio de chip tan grande que conllevaría, me gustaría que nada cambiase lo que soy.

¿Con qué artista le gustaría firmar una colaboración?
— Con Paul McCartney sería como tocar el cielo.