Se trata de un deporte sin árbitros, donde los lances del juego se resuelven entre jugadores, que promueve la categoría mixta y en el que se valora la deportividad y el respeto al oponente como una victoria. El ultimate frisbee es una disciplina minoritaria que cobra fuerza con el paso del tiempo. Desde 2019 la Isla cuenta con un equipo, Dimonis, que durante el verano entrena varias veces a la semana en Can Pastilla.
«Conocí el deporte en 2015, estudiando en la Universidad de Sevilla. Promueve unos valores que otros deportes no logran asentar, es muy divertido y no quería volver a Mallorca sin tener un equipo con el que jugar», explica Alfonso Mir, principal promotor de este deporte en la Isla.
Deporte con historia
El ultimate nació a finales de los años 60 en el ámbito universitario de Estados Unidos, en los 80 se expandió por Europa y América Latina y en 1984 se creó la World Flying Disc Association con el fin de internacionalizar las reglas de los deportes con disco.
El reglamento es sencillo. Tras un lanzamiento inicial, el equipo contrario recoge el disco y debe alcanzar la endzone, un rectángulo al estilo del fútbol americano. En su interior, un jugador debe recibir el último pase para conseguir un punto. No se puede avanzar con el disco; como en el baloncesto, el jugador puede pivotar para realizar el pase y solo puede sostener el disco durante diez segundos. El cambio de posesión sucede cuando el disco cae al suelo por un pase fallido o por la intercepción de un defensor.
«Para mi lo más atractivo son los valores que resalta: el autoarbitraje, el respeto a todos los jugadores, que sea mixto e inclusivo y el espíritu de juego», señala Gabriela Rodríguez, venezolana, que comenzó a jugar en su país hace 15 años. Junto a Colombia, son los dos estados sudamericanos donde este deporte está más asentado.
Locales y turistas se detienen curiosos en el balneario 14 para observar el entrenamiento de los Dimonis. El ultimate es un deporte vistoso en el que los jugadores ejecutan largos lanzamientos, practican varios estilos de tiro, saltan y se lanzan sobre la arena para capturar el disco y no perder la posesión.
«Cuando juego me siento como un niño. Corres, saltas, te lanzas al suelo: es muy divertido jugar con algo que vuela», comenta Javi Santos, que jugó por primera vez en Madrid hace una década y ha retomado la actividad en Mallorca.
Además es un deporte exigente. Los partidos suelen jugarse en un campo de césped, de 100 metros de largo por 37 metros de ancho, y cada equipo cuenta con 7 jugadores. Los integrantes de cada equipo realizan largas carreras para capturar el disco volador. El posicionamiento en el campo y los desmarques son esenciales.
Los Dimonis se encuentran en plena pretemporada, acabando de confeccionar la plantilla de cara al torneo regional del próximo octubre, en el que se enfrentarán a equipos de Madrid, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha o Murcia, e invitan a los curiosos a probar la disciplina: «Todo el mundo es bienvenido. Siempre que tengan una buena actitud, estamos encantados con que vengan a nuestros entrenamientos», declara entusiasta Alfonso Mir.
1 comentario
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Un nombre muy original...nunca se me habría ocurrido!!