TW
51

Miles de personas trataron de salvar su vida y su libertad subiéndose a lo más alto de las montañas cuando Madina Mayurqa estaba ya perdida para el Islam. Entre los picos más inhóspitos de la serra de Tramuntana se estableció un gran centro de población. Miles de personas lo habitaban y diariamente se sumaban a ellas más refugiados de la guerra. Posiblemente alojara durante un tiempo al «gobierno provisional» de la Mallorca musulmana tras la irrupción de las tropas catalanoaragonesas de Jaume I en 1229. Esperaron durante dos años una ayuda del exterior que nunca llegó. Hoy un grupo de jóvenes arqueólogos sigue trabajando en esas cimas. Su objetivo es arrojar luz a los últimos días de la vida en Almallutx antes de la rendición total o la huida desesperada de las huestes islámicas.

«Todo terminó con un incendio, eso lo sabemos», dice al respecto de esos oscuros días el arqueólogo Jaume Deyà, junto con Pablo Galera codirector de uno de los proyectos arqueológicos más ambiciosos de Mallorca. A la vista de las evidencias no hay que ser muy agudo para imaginar la violencia con la cual se produjo la capitulación del campamento musulmán de Almallutx, en los parajes que hoy dominan los embalses del Gorg Blau y Cúber, ambos en Escorca, hace casi 800 años. Volvemos a hablar con Deyà acerca de los avances sobre el terreno de una excavación que le ha ocupado buena parte de los últimos años de su carrera. Anteriormente ya descubrimos con su guía el pasado talayótico de Almallutx, uno de los santuarios prehistóricos más singulares de la Isla, y conocimos el peligro al que están sometidos sus vestigios. Hoy recopilamos con él la memoria de unos hechos posteriores, dramáticos, de la mano de las piezas arqueológicas que han impregnado el territorio y que poco a poco con artesana maestría han 'arrancado' de las garras del pasado.

Las vasijas y la cerámica encabezan los hallazgos. También se han encontrado llaves y enseres decorativos, entre otros.

«Nada más producirse la conquista sabemos que muchos miles de personas huyeron de la ciudad y se refugiaron en las montañas. Era lo que más a mano tenían y también lo más agreste, lo mejor para hacerse fuertes y esperar. Se pueden diferenciar dos fases generales. En la primera, después del éxodo, se diseminan los núcleos de resistencia musulmanes en toda la Serra. Quizás los más importantes se encuentran en Banyalbufar, Sóller, el Puig Roig y el propio Almallutx». La vida de los refugiados musulmanes en la montaña mallorquina no se antojaba placentera, según contextualiza Deyà. «Buscaron cuevas para protegerse, reaprovecharon estructuras antiguas para cobijarse y construir fortificaciones y proteger los accesos de la Serra de las patrullas cristianas». La estrategia era clara: replegarse y esperar en un lugar seguro la ayuda del exterior, bien de las tropas de Menorca o bien del norte de África. Mientras tanto, tal vez, ejercer un combate de guerrillas para incordiar al enemigo y dificultar su total implantación sobre el terreno. Ante todo, sobrevivir. Poco a poco fueron entendiendo que nadie acudiría a la llamada de auxilio. «Nosotros sabemos que estuvieron unos dos años allí arriba; ellos cuando escaparon no sabían cuánto tardarían en regresar».

Al año siguiente, según el Llibre dels Fets, se produjo una rendición generalizada de los supervivientes de la Mallorca musulmana. Menorca, viéndose sola y la próxima en la lista de las conquistas del Rei en Jaume, capituló. La rendición sirvió en bandeja de plata al rey de la corona aragonesa el dominio total sobre la Isla mayor del archipiélago. ¿Toda Mallorca estaba ocupada entonces por los cristianos? Toda no. En Almallutx siguieron concentrándose varios miles de irreductibles, al menos una parte relevante de la aristocracia islámica del momento, a la vista de los hallazgos en las excavaciones.

Cerámica casi completa, policromada con motivos geométricos e inscripciones.

Se puede decir con cierta prevención que en este lugar se instauró una suerte de gobierno en el exilio. «Encontramos evidencias de un núcleo de población central, con cementerio, mezquita y calles como tales. Había casas, básicas tal vez, con techos de carritx y arcilla pero casas al fin y al cabo, con dos habitaciones con paredes encaladas en su interior e incluso un patio trasero». Los especialistas han hallado unas cuarenta estructuras tirando por lo bajo. Han sido excavadas tan solo dos. Más tarde volveremos a ellas.

Noticias relacionadas

¿Qué tipo de personas vivían en Almallutx, el epicentro de la resistencia musulmana a la reconquista cristiana? «Se han hallado muchos restos de cerámica de buena calidad, artículos de lujo típicos de la nobleza como por ejemplo útiles valiosos para la limpieza e higiene personales. No tuvieron tiempo de escapar, esto se ve en algunos hallazgos, como por ejemplo las llaves junto a los portales». Realmente no se sabe cuál fue el desenlace. Otra vez la crónica del Llibre dels Fets remarca que «en 1232 los díscolos rebeldes quieren rendirse. Al parecer en Sóller hablan con Bernat de Santa Eugènia, el caballero catalán destinado al sometimiento de la serra de Tramuntana. Allí le exponen su deseo de rendirse siempre que sea ante el rey. No sabemos bien que sucedió pero tiempo después el propio Santa Eugènia dice que dispone de muchos moros, que los regala a voler, lo que deja entrever el triunfo de una campaña violenta contra el asentamiento, y la esclavización automática de todos sus moradores».

Uno de los objetos emblemáticos del yacimiento; tal vez un adorno de una montura.

Tal vez hubo combates. Tal vez hubo supervivientes que descendieron la montaña a toda prisa y hallaron cobijo en algún bote, camino de algún nuevo puerto en el que empezar de nuevo. Si existieron fueron pocos, los menos. Volviendo al trabajo de excavación de los arqueólogos, la primera habitación excavada ha resultado ser un almacén repleto de pequeños y delicados objetos, como «botellas de vidrio, cajitas decoradas, herramientas del campo o picarols. En una alfàbia encontramos restos de alimentos típicos de las recetas islámicas. En uno de los recipientes descubrimos además polen de azafrán, que es la primera vez que se da un hallazgo como este de época medieval».

No piensen en Almallutx como un pequeño campamento. Abarcaba una extensión considerable, probablemente más de 150.000 metros cuadrados. «En aquellos momentos se trataría con toda probabilidad del segundo centro de población más grande de la Isla, después de Madina Mayurqa. En línea recta, de la primera construcción a la última son unos 600 metros de trecho», describe Deyá, antes de entrar en materia en la reconstrucción de lo vivido en la segunda casa antes del incendio devastador y definitivo.

La segunda habitación fue saqueada antes de ser pasto de las llamas.

«Era una habitación hecha para ser habitada, con pedres de molí y elementos para cocer y filar. Pero justo antes de la destrucción del campamento fue saqueada. ¿Cómo lo sabemos? Todo estaba destrozado, encontramos evidentes signos de violencia y curiosamente no quedaba nada de metal. Posiblemente quien fuera el causante del destrozo se llevó todo lo valioso para venderlo o para fundirlo».

¿Y qué hay del más allá? El trabajo de los arqueólogos en Almallutx ha sacado a la luz dos cementerios musulmanes diferentes. Uno es anterior al momento de resistencia, puesto que allí había una alquería. Posiblemente hallaran reposo en él sus moradores. Media unos 6.000 metros cuadrados, pero al establercerse todo el contingente se montó otro lugar de eterno reposo mucho mayor, justo en la otra punta del yacimiento.