El mes de diciembre las monjas reposteras de los monasterios de clausura de Palma doblan su trabajo en los obradores. Muchas horas dedicadas a elaborar los dulces típicos de estas fiestas, un trabajo que solo interrumpen para cumplir con sus rezos diarios. Las delicias que preparan son muy solicitadas para degustarlas al concluir las comidas de estas fiestas navideñas y también, por su calidad y buena presentación, son adquiridas como regalo. Intramuros todas estas elaboraciones tienen aspectos en común que cabe destacar, una esmerada pulcritud, su sello de garantía, tanto sanitaria como artesana, además de incluir con generosidad los productos locales.
En el monasterio de las Canonesas Lateralenses de San Agustín de Santa Magdalena de Palma, la superiora, María del Pilar Fernández, explica que «estos días tenemos mucho trabajo. Ya hemos empezado la venta al público de 9.30 a 14.30 h. y de 16.30 a 17.45 h. en la tienda situada en la entrada de la portería hasta el 6 de enero. Todas las hermanas, excepto dos mayores, participan en la elaboración de nuestros dulces. Lo que trabajamos de forma artesanal es cien por ciento natural y con producto mallorquín, como la manteca, la almendra, la harina y los frutos secos, manteniendo por tercer año consecutivo los precios, a pesar de la subida del coste de los ingredientes».
«El turrón que hacemos –prosigue la superiora–, es la coca de torró, aunque lo más característico del monasterio son las cocas de Nadal, que se hornean cada día. A ello hay que añadir almendritos, trufas, yemas, roscos de anís y vino, coca de quarto y magdalenas. Esta Navidad tenemos dos novedades: pedacitos de cielo, de mazapán relleno de dulce de boniato, y el brownie». En el monasterio de la Purísima Concepción de las Franciscanas TOR (antiguas Capuchinas) de Palma únicamente producen dulces el mes de diciembre, una tarea que prolongan hasta Reyes. Sor Miriam Benítez señala que «en esta época tenemos mucha demanda de coquitos, cocas, turrón blando mallorquín, yemas, pestiños con miel, bocaditos de mazapán, almendrados, panellets y garrapiñadas. De todos ellos los más demandados son las yemas y la coca de limón».
En el monasterio de Santa Clara de Palma también redoblan trabajo estos días, tal y como señala sor Sebastiana Riera. «Este año tenemos una novedad, las nubes de Santa Clara, que es un dulce parecido a un brioche y está delicioso. Las cocas y tartas también tienen muchos simpatizantes y las hacemos de gató, quarto, quartos embatumats, y tartas de queso, de Santa Clara y Santa Inés». «Mención aparte merecen los deliciosos turrones –señala la religiosa–, que incorporan almendra. El más solicitado por el momento es la coca de torró mallorquina, pero también tienen éxito los de yema y el torró fluix. Entre las variedades que elaboramos a base de chocolate con frutos secos, por el momento, el más demandado es el de chocolate negro con avellanas». Para los monasterios de clausura, la venta de dulces les permite obtener recursos para la comunidad.
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Todo muy muy bueno pero no es nada barato