En el comedor, Comas recurre a sillas In Class y material porcelánico en la mesa. | Eugenia Planas

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Nos recibe vestida de blanco impoluto, con sandalias planas en tono ocre. Su céntrica casa ha sufrido una total remodelación y la paz que transmite el ambiente responde a la decoración, a los tonos neutros de muebles y tapicería, a las luces que definen espacios, a la ausencia de objetos decorativos innecesarios y al temple de nuestra anfitriona, su templada gestualidad, porte enhiesto y sonrisa cautivadora. El sol de la tarde incide sobre los tejados y terrazas vecinas que muestran la frondosidad de sus plantas en la fachada.

  • Margarita Comas
    Profesión: Interiorista Principales aficiones: Recorrer mercados de producto local, cuidar su huerto, plantar orquídeas. Una pasión: Contemplar la belleza en calles, plazas y el campo.

Obras pictóricas

«Esta casa creo que fue construida en los años 50 y es la primera vez que las estancias principales se ubican a este lado de la casa y no dando a la calle principal». Cuando uno entra en la vivienda, asoma a los ojos parte de las habitaciones de sus tres hijos. En tonos neutros éstas, permiten a los textiles diferenciar las épocas del año por el colorido y la textura. Un pasillo largo y sinuoso plagado de obras pictóricas bien firmadas –Pedro González, Riera Ferrari, Canet, Joan Bennàssar o María Carbonero– dan paso a una cocina que precede al comedor, zona de relax y salón familiar. Los armarios en color topo oscuro son idénticos a los del comedor, en DM lacado. La isla de la cocina era uno de sus caprichos. En piedra natural, granito de Victoria Falls, cuya cuarcita de color ocre enriquece el espacio por su tono cálido y armónico, es ideal para proyectos de diseño y excepcional para encimeras de cocina. «En esta casa sólo he tenido tres caprichos: la encimera de la cocina, la chimenea de gas y las sillas de este rincón de relax».

Efectivamente, cuando entramos en la zona de las habitaciones principales, abiertas y anexas a la cocina, nos encandila el diseño de sus sillas preferidas, las Lounge BD Barcelona, y el ambiente creado alrededor de ellas. La chimenea, bajo los armarios en color topo, la mezcla de piedra que sostiene delicados y escasos objetos decorativos y la madera cálida del suelo.

«Me gusta unir objetos y materiales, algo frío como la piedra con algo cálido como la madera, y darle un toque de luz, que en este rincón es de Catelani & Smith. No me gusta tener objetos ni marcos de fotos pero sí jarrones bonitos y alguna orquídea». Los comedores son las piezas más difíciles de diseñar si lo que se pretende es que sea un espacio funcional. En su caso, Comas recurre a sillas In Class y material porcelánico en la mesa, bajo lámpara de diseño muy actual. Su amor por los espacios en colores neutros, serenos, poco estridentes, queda muchas veces anulado en su trabajo encomiable como interiorista. Se diría que, como cualquier actor, se mete en su papel y empatiza con su personaje, su cliente. «En Jamaica tuve que meterme en el papel de un caribeño que quiere disfrutar de lujo excesivo en un hotel. En casas particulares sucede lo mismo. Yo propongo lo que sé que les va a enamorar a ellos».

Y es que Margarita Comas, nacida en Alaró, se licenció en Diseño de Interiores en Barcelona y amplió estudios en Oslo. La compañía Iberostar confió en ella para el diseño de hoteles en México y Jamaica. Cinco años de gran aprendizaje, diseñando lujo de Caribe con el que ella no habitaría, fascinó. María se debe al cliente y lo hace ilusionada, con numerosos y plausibles proyectos en su exitosa carrera profesional. Es hablando de telas, texturas y estampados cuando se revuelve en la silla como una niña inquieta, entusiasmada. Su trabajo es su gran pasión.