Johana, en la actualidad, casada y con tres hijos, vive en Suecia. | Bruno Levy

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Johana Gustawsson, posiblemente, sea una de las novelistas (Block 46, Mör, Sang, Te tenir la main pendant que tout brûle…) que más vende hoy en Europa. Nacida en Francia, está casada, tiene tres hijos de ocho y cuatro años, dado que dos son gemelos, vive en Suecia, aunque antes, y durante 12 años, vivió en Londres, y antes en París. Y antes, estudió Derecho y Ciencias Políticas en Aix-en-Provence. Y posteriormente, ya en París, Comunicación y Periodismo. ¡Ah!, y habla francés, inglés y castellano.

¿Qué por qué dejo que Johana se asome a través de esta ventana…? Pues porque allá donde haya un mallorquín, o gente relacionada con Mallorca, ahí hemos de estar nosotros. Y Johana Gustawsson pasó    nueve meses de su vida en Inca, de lo cual hace algo así como veinte años… «Desde siempre, las culturas española y catalana fueron parte de mi educación –nos dice–. Mi abuelo materno nació en Barcelona y vino a Francia, a Marsella, cuando tenía doce años. También tenemos familia en El Palomar, que es un pueblecito cerca de Valencia, por lo que, desde siempre, mi sangre y todo el amor que tengo por las tierras valencianas y catalanas fueron parte importante en la educación que me dieron mis padres y mi abuelo materno, Luciano. Entonces, fue    por lo que decidí hacer unas prácticas de periodismo en España, donde no tenía ningún contacto, pero sí una amiga que me dijo: ‘Mi prima, Sandra Llabrés,    vive en Mallorca y conoce a un montón de gente. Ponte en contacto con ella. Es periodista, trabaja en la radio, en la tele, escribiendo…'. Sin pensármelo, viajé a Mallorca y conocí a Sandra, que viene a ser como mil mujeres en una mujer, y que me inspiró mucho. Fue, además, mi modelo durante mi estancia en la Isla, y en parte me ayudó a ser la mujer que soy ahora. Y no solo eso, sino que, además, me buscó trabajo. ‘Hay un periódico –me dijo–, Part Forana, que ahora necesita gente'. Le advertí que no sabía escribir en catalán, que solo escribía en castellano. ‘No hay ningún problema, Johana', me dijo a la vez que me puso en contacto con el diario. Y así fue como pasé nueve meses en Mallorca, de septiembre a junio, trabajando para Part Forana, en Inca. Debido al tiempo transcurrido, «y a que se trabajaba desde casa», no recuerda el nombre de sus colegas de entonces. «Mi trabajo era escribir unos artículos cada semana, que grababa en un disco y enviaba a la redacción… Porque así se trabajaba en aquella época, de la cual han pasado 20 años».

«Aquí escribí y fotografié»

Recuerda que escribía temas en torno al bienestar y también sobre diferentes acontecimientos que tenían lugar en la Isla. «Y de vez en cuando –añade–, fui fotógrafa, ya que en esa época el diario no tenía. Y como a mí me encantaba, y me sigue encantando la fotografía, afición que heredé de mi papá y de mi hermana, que es fotógrafa… En realidad –matiza–, la fotografía es como un amor que tenemos en la familia. Por eso es por lo que me gustaba ir con mi cámara a todas partes, haciendo fotos de deportes o del tema que fuera». Pese a que hace memoria, no logra recordar quién mandaba en la Comunitat y en la Isla por entonces. Le mencionamos los nombres de Jaume Matas, Maria Antònia Munar, pero... «Lo siento, no recuerdo. No escribía de política».

Johana y Sandra Llabrés una tarde en Radio Muro, donde esta trabajaba.

‘Block 46'

Como hemos dicho al principio, hoy Johana es una novelista conocida y reconocida. Libro que escribe, libro que es un éxito. Desde Block 46, que fue el primero, hasta el último. «Block 46 es la primera entrega    de las investigaciones de Emily Roy y Alexis Castells –nos recuerda–. Fue traducido al español, para Navona Ficciones, por Juan Carlos Gentile Vitale. La historia se desarrolla entre Londres y Falkenberg (Suecia del sur), arrancando en 1944, en el campo de concentración de Buchenwald. En Falkenberg, el comisario Bergström descubre el cadáver terriblemente mutilado de una mujer. En Londres, la famosa criminóloga Emily Roy investiga una serie de asesinatos de niños, cuyos cuerpos presentan las mismas heridas que la víctima sueca: tráquea seccionada, ojos enucleados y una misteriosa Y grabada en el brazo. ¿Entonces –se pregunta el lector– quién es este extraño asesino que cambia de lugar y de tipo de víctima? En Suecia, Emily Roy encuentra a Alexis Castells, que es una escritora especializada en asesinatos en serie. Juntas se lanzan en una búsqueda que les conducirá hasta las atrocidades perpetradas en el campo de Buchenwald, en 1944. Este libro –apostilla– tiene ciertos vínculos familiares, y es, como he dicho, mi primera novela, que ha sido publicada en 23 países, entre ellos, Inglaterra, España, Taiwán, Estados Unidos, Italia, Polonia, Rusia, Rumania, India… Lo que significa que ha sido traducida a un total de once idiomas».

Tres de los libros que han catapultado a Johana a la cumbre literaria.

«Todo me inspira»

A Block 46 le han seguido otros títulos, todos muy bien acogidos por el público. «Tiene una forma de escribir espectacular –nos dice su amiga, Sandra Llabrés–, y eso es así porque su capacidad de creación e imaginación es inmensa». Por eso, como tiene mucho que contar respecto a su producción literaria, así como de sus fuentes de inspiración, entre las que están su propia familia,    «siendo una de ellas mi abuelo paterno –prosigue–, además de Agatha Christie y uno de sus personajes más carismáticos, Hércules Poirot, aunque –apostilla–, todo me inspira: lo que veo, lo que leo, lo que huelo… ¡Todo! Sin olvidar que la inspiración viene también en momentos extraños que has de saber aprovechar», y como también nos gustaría extendernos en conocer los motivos que la llevaron a ser la negra de una actriz, es decir, a escribir sobre ella y dejar que ella firmara el libro, además de otras cosas que han marcado su vida, nos citamos para más adelante, nos sin antes preguntarle dos cosas más. Una: ¿qué consejos daría a un escritor novel? «No parar en la búsqueda del camino, y escribir cosas que nos gustan, ya que esta pasión se aviva cuando uno lee...Tengo amigos y amigas que han necesitado cinco, diez… ¡Quince años! para publicar. Pero nunca han dejado de escribir. Además, es importante leer, porque leyendo aprendes a escribir».

Y dos: El haber sido periodista en Mallorca durante nueve meses ¿le sirvió para, posteriormente, escribir y convertirse en novelista? «Ser periodista durante ese tiempo me sirvió de mucho, porque gracias a los artículos que escribí pude tener mi primer trabajo de periodista para una revista de televisión. Por eso, lo que aprendí en Mallorca es, ante todo, lo que yo era capaz de hacer. Estaba en un lugar desconocido, pero me transformé en una periodista descubriendo que me encantaba escribir, tanto en castellano como en francés; que escribir, literalmente, era una pasión. También pienso que me contagió mucho la energía de Sandra, que en esa época era una mamá, a quien su atención, placer y amor para la educación de sus dos hijos muy pequeños, no le impidió hacer su trabajo, también con mucha pasión e interés, cosa que sigue haciendo ahora, gracias a la energía que tiene».