Baldovino recibirá mañana el homenaje del colectivo Ou Verd en el hotel Artmadams, donde, además, expondrá obras suyas en lienzo, papel y cartón, «una exposición que espero que guste», nos dice. | Dani Avilés

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Ou Verd le hace mañana un homenaje a Ángel Baldovino. Será a partir de las seis de la tarde, en el Hotel Artmadams, donde el pintor argentino afincado en Mallorca desde los años 70, presentará sus últimos trabajos, tanto en tela como en cartón, «que era donde Goya pintó algunas de sus obras», nos dice.

El acto será presentado por Patricia Chinchilla, que conoce al artista, pues dialogó muchas horas con él cuando escribió su biografía para el libro Vidas con Arte.

Apenas hay compradores

Ayer por la tarde conversamos con Ángel. Nos confesó que anda cerca de los 95 años y que vive solo en una casa, en Alaró, parte de la cual ha convertido en su estudio. «Solo con mis pinceles, tubos de pintura, cartones –nos dice–. Por eso, y porque soy viudo, me gustaría encontrar una viuda, que también viviera sola, pero que estuviera dispuesta a compartir su vida conmigo, entre otras cosas porque la soledad no es buena para nadie. Yo, afortunadamente, tengo amigos y amigas, pero pienso que me iría muy bien la compañía de ella».

Regresando a la pintura, Baldovino nos confiesa que «económicamente estoy atravesando un periodo muy malo. No hay compradores, por lo que casi todo está paralizado. De ahí que no me haya quedado más remedio que vivir de las pequeñas obras que hago sobre cartón, que vendo entre los 90 y los 110 euros, y que vendo –subraya– dos o tres al mes, lo cual significa pocos ingresos, claro… Pero es que la gente, en general, no tiene el dinero que tenía antes, y encima los gastos han crecido. Yo, menos mal que tengo una pequeña paga que me llega desde el Consell de Mallorca, que me ayuda a pagar el alquiler de la casa, y que tengo pocos gastos, ya que solo compro lo necesario. Por eso, me digo que lo que necesitaría sería un mecenas, alguien que me apoye… Que seguro que no le fallaré, pues hasta que me muera voy a seguir trabajando».

Al ver nuestra cara de asombro cuando habla de lo de encontrar mecenas, y más en los tiempos que corren, se reafirma en ello. «Existen. Hay personas, coleccionistas, dispuestas a ayudar a los artistas. Pero falta encontrarlas».

Muchos vaivenes en su vida

La vida de Ángel ha sido un poco como una montaña rusa. De pronto estaba en lo más alto, de pronto caía en picado, y no por él, sino por las circunstancias. «Recuerdo que en Barcelona, en la Galería Ganducer, que creo que ha desaparecido, lo vendía todo, igual que en las exposiciones que hice en Villafranca del Penadés, como las que hice en Palma o allá donde fuere, París, Venecia… Pero, volvemos a lo mismo: eran otros tiempos», y añade a continuación, «¿sabes una cosa? Pues que mi pintura ha gustado siempre mucho a las señoras».

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Tampoco lo pasó bien cuando, viviendo en Madrid, le robaron todos los cuadros, «dejándome sin nada, por lo que tuve que ir a vivir al Albergue de San Isidro, donde permanecí durante dos años y medio. El director del establecimiento, al saber que era pintor, me ofreció un pequeño sótano, que convertí en mi estudio. Allí, a lápiz, hice muchos retratos a gente sencilla, por lo que no podía cobrarles mucho. Pero gracias a eso, ahorré un poco de dinero con el que pude viajar a Buenos Aires, a reencontrarme con mi madre, prácticamente ciega, que murió…. Yo creo –confiesa– que lo de la visión es hereditario, puesto que yo ahora solo tengo un 50 %, que a medida que pasen los años irá disminuyendo…».

En Buenos Aires, donde pintaba en casa de su hermana, Carlos Gardel le ayudó a sobrevivir, «ya que fueron muchos los retratos que hice de él, y como era un ídolo para los argentinos, me los compraban. Con el dinero que pude ahorrar, y el que me mandó Esteban Pisón, desde Palma, pude regresar a la Isla».

«Espero que la exposición guste»

También, en un momento determinado de su vida, tuvo una experiencia con la muerte. «Resulta que estaba gordo, y para adelgazar fui al médico, que me recetó unas pastillas que se ve que no eran las apropiadas, y… Pues que me sentaron muy mal, por lo cual, con urgencia, me ingresaron para operarme … Entonces, durante la operación, noté que salía de mi cuerpo, al que dejaba tumbado en el quirófano, dándome la sensación de como si estuviera dando una vuelta por el espacio, del que al rato regresé a él, despertando poco después. Por eso digo que vivo gracias a la Ciencia, pues esta fue la que me salvó… Aunque una amiga mía me dijo una vez que a mi me pasaban esas cosas porque era como un muñequito que tenía, con los pies de hierro, por lo que, cuando lo lanzaba, siempre caía de pie».

En otra ocasión, Baldovino nos contó que vivía en una especie de burbuja, en la que se encerraba cuando quería aislarse de todo y centrarse en su trabajo. «Sí, sí… Es verdad. Y la sigo teniendo, sobre todo para meterme en ella cuando pinto».

Volviendo al homenaje-exposición de mañana, Ángel se muestra, aparte de muy agradecido a Ou Verd y a Patricia Chinchilla, esperanzado de que la exposición será un éxito, «que si lo es, me podré recuperar económicamente, con lo cual podré seguir investigando y trabajando. Y es que los cuadros, sean los lienzos, como los cartones y el papel, van a gustar a la gente, y encima son trabajos cuya adquisición está al alcance de todos».

Pues esperemos que se cumplan los deseos del artista, es decir, que el homenaje y la exposición sean un éxito, y que encuentre esa viuda con la que compartir lo que le resta de vida.