Diferentes artesanos comparten espacio de trabajo en Buenahente Studio.

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Cuando pensamos en un artesano y su trabajo, es posible que la primera imagen que aparece en nuestra mente sea la de un individuo encerrado en un pequeño taller, ensimismado en sus ideas y la técnica de su arte. Nada más lejos de la realidad. Si bien es cierto que muchos escogen la intimidad y el retiro para crear, hay quien prefiere compañía para desarrollar su labor.

En uno de los sectores de la nave industrial de la fábrica de zapatos Kollflex, en Selva, se halla el coworking Buenahente Studio, «un lugar de trabajo en común, compartido por profesionales de diferentes campos. En este caso, el estudio está pensado para artesanos o creativos, gente que necesita espacio para desarrollar su trabajo manual, guardar cacharros y herramientas, etc.», explica Álvaro Bayo, especializado en el transporte e instalación de obras de arte contemporáneo en su empresa Baleart Handling, y fundador de este estudio de coworking en el año 2022 junto a la fotógrafa y diseñadora gráfica polaca Ola Mietus.

El primer artesano que empezó a trabajar en una estancia de la nave fue el ebanista Omar Lorca quien, siendo buen amigo de Álvaro y Ola, y con espacio de sobra, les invitó a instalarse en la habitación contigua. «El proyecto nació de la necesidad de compartir. Llevaba ocho años trabajando en casa –cinco en Barcelona y tres en la Isla–, y necesitaba salir un poco, conocer gente y trabajar en un ambiente artístico. Además requería de más espacio», sostiene Ola, que además del diseño gráfico y la fotografía, dedica su tiempo a la confección de bolsas de magnesio y otros artículos de escalada bajo la firma Scaua Climbing.

«El principal material que uso es corcho comprimido, muy resistente. Desde hace unos años experimento con el reciclaje; tengo una línea de magneseras que confecciono con cometas de kitesurf, cedidas por la escuela Pura Vida. También hago mochilas con plástico reciclado –consigo una tela muy resistente planchando varias bolsas juntas–, así como camisetas: aquí diseño la ilustración y la imprimo en serigrafía. Mi idea con Scaua es seguir el camino de la sostenibilidad», afirma Ola, artesana nacida en Polonia que, en busca de un clima más cálido, primero se estableció en Barcelona y, cansada de la dinámica de la ciudad, se mudó a la Isla con Álvaro, donde encontraron todo lo que buscaban: tranquilidad, más contacto con la naturaleza y, al contrario de lo que suele escucharse, más oportunidades que en la urbe.

«Puede que no lo parezca, pero creo que esta Isla te da muchas más posibilidades. En Barcelona hay mucha competencia, es enorme y, sin buenos contactos, es difícil hacerse hueco», razona Ola, a lo que Álvaro añade: «Quizás hemos llegado en un momento de prosperidad, pero en cuanto uno tiene voluntad de trabajar, la Isla ofrece oportunidades y, si trabajas bien, un cliente te lleva a otro». Álvaro y Ola no son los únicos en fijar su residencia en Mallorca, y es que cada integrante de Buenahente Studio procede de un lugar distinto. La siguiente artesana en disponer su taller en el espacio de coworking fue la ceramista chilena Carolina González, llegada a la Isla cinco años atrás.

«Trabajar en casa, sola y sin hablar con nadie no me iba muy bien: necesitaba un poco de contacto. A la hora de trabajar, cada uno va a lo suyo, pero sí compartimos pequeños momentos y hablamos de temas que nos retroalimentan. Es más fácil encontrar espacios donde exhibir tu trabajo. Te enriquece como artista y como persona», explica Carolina, que bajo la marca Oveja de Plata elabora vajillas y otros objetos en cerámica. «Hago cerámicas utilitarias, me gusta hacer cosas para embellecer la casa o tu día a día, brindar belleza a los momentos cotidianos. Pueden ser a baja temperatura, la típica vajilla del hogar, que llega a 1.050 grados en el horno, o de alta temperatura, la cual alcanza los 1.300 grados, y es más rústica, compacta y resistente», explica la artesana, que elabora todas las piezas a mano, sin usar tornos ni moldes.

La incorporación más reciente del coworking es la artista alemana Steffi Göetze. Como el resto de artesanos, Steffi destaca la necesidad de más espacio y de compartir ideas e inquietudes con otras personas. Desde que estudió Esmalte Artístico al fuego sobre metales, en la Escuela de Arte de Sevilla, esta artesana se dedica a la joyería contemporánea, en cobre y plata, «ideo cada pieza como una pequeña escultura. Empiezo con la placa de cobre, a la que le añado el esmalte, una suerte de polvo de vidrio de color; se introduce en el horno a 950 grados y allí se funde la harina de vidrio con el metal. La estructura de las joyas es plata», explica Steffi, que ahora traslada esta técnica a cuadros y esculturas de mayor tamaño.

«Hago pieza por pieza. Se trata de un proceso muy lento, pero necesario. Soy del Berlín Oriental, he vivido la caída del Muro y, en estas obras, traslado las formas que llevo dentro, inspiradas por una arquitectura muy geométrica y de líneas rectas. Tengo gran interés por la arquitectura de piscinas, de ahí esa sensación casi de azulejos. Lo que busco es la simplificación, porque invita a la interpretación», explica Steffi.