A pesar de que la lucha contra toda forma de violencia hacia las mujeres debería ser constante, existen dos fechas clave en el calendario feminista que resaltan particularmente: el 8 de marzo y el 25 de noviembre. El 25 de noviembre, conocido como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, se destaca por ser una jornada donde se condena globalmente la violencia perpetrada por hombres hacia las mujeres simplemente por su género. Durante estos años, el 25N ha ido aunando todos los tipos de violencias que sufren las mujeres por el simple hecho de ser mujeres. Ya no solo quedan reflejadas en este día las agresiones físicas sufridas por parte de la pareja o expareja, sino que también tiene cabida la violencia verbal, que muchas veces pasa desapercibida y solo es la punta del iceberg; las violaciones; el acoso sexual; el acoso laboral…
Pero, ¿de dónde surge que el 25 de noviembre se conmemore la lucha por la erradicación de este tipo de violencias? Hay que cruzar el charco para entenderlo. En Bogotá, en el año 1981 se celebró el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y Caribe, conferencia donde se eligió que el día oficial para recordar y luchar contra los asesinatos de las tres hermanas Mirabal en 1960 sería el 25 de noviembre. ¿Y quiénes son las hermanas Mirabal? Eran tres conocidas activistas que luchaban contra Rafael Leónidas Trujillo en la República Dominicana. A pesar de tener una vida cómoda en esos tiempos, quisieron hacer algo más por el mundo y empezaron a luchar contra la violencia de género y cargar contra el régimen dictatorial y machista de aquella época. El 25 de noviembre de 1960, los cadáveres destrozados de las hermanas fueron hallados en el interior de un coche que estaba hundido en un acantilado.
En 1993, la ONU dio el paso definitivo para calificar este tipo de violencia que no era casual y esporádica y se aprobó la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer. En el documento se define como «todo ato de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada».
En el territorio nacional son muchas las mujeres que han perdido la vida a causa de la violencia machista, pero hay un nombre que marcó un antes y después en España. Ella es Ana Orantes. Ella cambió la historia. Ana denunció el 4 de diciembre de 1997 en una televisión pública cómo su marido la había vejado, humillado, maltratado física y psicológicamente durante sus 40 años de matrimonio. Toda una vida de sufrimiento. Ana se atrevió a contarle a toda España que su marido era un maltratador y que era víctima de violencia de género (por aquel entonces denominada violencia doméstica).
Tan solo 13 días después, su marido José Parejo, la asesinó. Las palabras de Ana Orantes ayudaron a sacar a la luz un problema que ocurría en la intimidad del hogar. Y fue gracias a su denuncia en un programa de televisión. Esta injusticia puso de manifiesto la importancia de amparar a las mujeres que sufrían violencia machista por parte de sus parejas y, años más tarde, se convierto en una Ley Integral contra la violencia de género (la ley 1/2004). Este año se cumplen 26 años desde el asesinato de Ana Orantes.
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