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La semana pasada se habló y escribió mucho sobre la boda de Felipe VI y Letizia Ortiz, una ceremonia que se celebró en la Catedral de Santa María la Real de la Almudena, frente al Palacio Real en Madrid. Era la tercera boda de la realeza a la que asistíamos, no como invitados, sino como trabajadores. Las anteriores fueron la de la infanta Elena y Jaime de Marichalar en Sevilla, y la de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin en Barcelona. A ambas acudimos junto al fotógrafo Joan Torres y en la de los futuros reyes estuvimos con Mariana Díaz.

Francotiradores e invitados

Era un día nublado. Recordamos que en muchas azoteas y tejados de las casas más o menos cercanas al escenario de la boda había francotiradores del Ejército. Por protocolo y por si acaso. Hora y media antes de la ceremonia, pues estaba todo más que cronometrado, empezó el desfile de invitados, como el entonces President de les Illes Balears, Jaume Matas y su esposa, Maite Areal; el almirante Marcial Sánchez con su hija; los hermanos Rodríguez Toubes, ambos marinos y compañeros de regatas del príncipe Felipe; Kyril de Bulgaria y su entonces esposa, la mallorquina Rosario Nadal; el editor del Grup Serra, Pere Serra, y su esposa Margarita Magraner... Y pasó también por allí, camino del templo y vestido con camisa y corbata, Manuel Hernández de León, fotógrafo de la Agencia Efe, que iba a inmortalizar el momento junto al fotógrafo de la Casa Real y las cámaras de Televisión Española, desde donde se daría el evento en directo.

No recordamos cuánto duró la ceremonia, pero bastante. Una vez finalizada, estaba previsto que los recién casados recorrieran el tramo entre La Almudena y el Palacio Real en coche descapotable, pero el hombre propone y Dios dispone... Comenzó, no a llover, ¡a diluviar!, por lo que se tuvo que improvisar. Así, los recién casados finalmente se tuvieron que subir a un coche acristalado para hacer ese trecho, por lo que los fotógrafos, que se habían colocado en la entrada del Palacio para fotografiarlos de frente, entre ellos Joan Torres, se quedaron con la ganas. Sin embargo más tarde, cuando escampó, lograron tomar buenas instantáneas, sobre todo cuando los novios salieron al balcón a saludar. Todos pensábamos que habría beso, que lo hubo, pero no el típico de recién casados, ya que todo se quedó en un amague de beso en la mejilla...

Bien equipado

Veinte años después de aquel día se me ocurre llamar a Manuel Hernández de León, el único fotógrafo de prensa que estuvo dentro de La Almudena, muy cerca del altar, inmortalizando ese momento para la agencia Efe, imágenes que posteriormente mandarían por todo el mundo. Y le llamo para que nos recuerde lo que pasó, cómo lo hizo, quién le mandó que hiciera las fotos....

Y desde la distancia, a través de su teléfono móvil, nos dice que «en una audiencia a la que asistí como fotógrafo en la Zarzuela, el Rey me dijo: ‘Manolo, tú serás quien haga las fotos de la boda’. Y yo le dije que muy bien, que encantado y agradecido».

Antes de seguir os cuento que Manuel hizo durante muchos veranos las vacaciones reales en Marivent, acompañó como fotógrafo de su agencia a los Reyes en todos los viajes oficiales que hicieron a lo largo y ancho del mundo y, encima, cuando el príncipe Felipe fue guarda marina en el Juan Sebastián de Elcano, él se embarcó durante semanas para, con su cámara, hacer un seguimiento de las actividades del futuro Rey.

Manuel nos cuenta que el día antes del ensayo de la ceremonia, «que fue el día anterior a la boda en el escenario donde esta se celebraría, en la Almudena, se concentró en un hotel donde revisó las cámaras Nikon y los objetivos 35-70 y 70-200; el primero para las distancias cortas y el segundo por si había que fotografiar a alguien situado en la fila 15 ó 20 del templo; así como las tarjetas y los flashes. En fin, todo lo que iba a necesitar. Y el día del ensayo, al que asistieron los novios, los Reyes y sus hijas, entre otros, «en La Almudena nos esperaba Pilar Miró, realizadora de la transmisión que TVE iba a hacer. Nos colocó y marcó casi todos los tiempos... Vamos, que ahí no podía fallar nada, por eso la meticulosidad estuvo presente en todo momento. Recuerdo que en un alto se me acercó la reina Sofía y me dijo: ‘¿Le importaría hacerme una foto con mis nietos?’ Le dije que encantado, invitándoles a salir fuera, para hacérsela en la escalera. Una vez que los tuve a todos enfocados, a punto de disparar, Froilán va y se levanta la ropa, por lo que ¡adiós foto! Así que vuelta a empezar. Tuvimos que repetir varias veces hasta que salió. Doña Sofía, tras darme las gracias, me pidió que por favor no publicase esa fotografía en ningún sitio. Le dije que no se preocupara...»

Letizia, muy tranquila

Al día siguiente llegaba la esperada boda. Y Manuel se colocó en el sitio que Pilar le había indicado, donde tenía libertad de movimientos para hacer sus fotos. «Como no soy muy alto –dice– no le fastidié ningún plano. ¿Que qué me impresionó? Sobre todo las miradas de amor que se intercambiaban constantemente los novios. Miradas de amor y complicidad. Y la reina Sofía igual, sus ojos y sus gestos irradiaban felicidad. También vi muy bien al Rey. Y es que no era para menos».

Respecto a las anécdotas que hubo durante la ceremonia, «como comprenderás, no estuve muy pendiente de lo que ocurría lejos del altar y de dónde estaban los padres y padrinos... Pero sí me di cuenta de que el príncipe Carlos de Inglaterra llegó tarde... ¿Que si la princesa Letizia hizo algo o dijo algo durante la ceremonia? No, nada. Ella, que trabajaba en la televisión y que por lo tanto entiende de ceremonias como la que estaba protagonizando, se dejó llevar por el guion. Yo coincidí con ella cuando estuvo de enviada especial en Galicia, por el desastre del Prestige, y ahí la pude ver dando ideas y moviendo a los cámaras pues, repito, es una profesional del medio. En su boda se dejó llevar».

Les regaló algunas de las fotos

Manuel no sabe con exactitud cuántas fotografías hizo, «pero no menos de 400, pues no paré de disparar. Porque además de los novios, tenía que hacer fotos de la realeza europea e invitados que ocupaban bancos, algunos bastante alejados del altar, y... Pues que, como había asistido a la boda, me dije: ‘qué menos que hacerles un obsequio ¿no?’. Y mi ‘regalito’ fue una selección de las mejores imágenes, con las que hice un álbum digital que les hice llegar. Porque, ¿qué menos, no?».

Como profesional de la fotografía, se puede decir que Manuel lo ha hecho prácticamente todo: fotografías en el Congreso cuando fue asaltado el 23-F por Tejero, tres bodas reales, viajes con los monarcas por medio mundo, viaje en el Juan Sebastián Elcano con el príncipe en sus tiempos de guardia marina, enviado especial a Mallorca para cubrir la Semana Santa y el verano real... Aunque si ha tenido que hacer la fotografía de un mercado, o de algo de lo que suele ocurrir habitualmente en una calle, también lo ha hecho... Y es que si uno es profesional, hace lo que tenga que hacer por muy ‘insignificante’ que sea.