La obra pictórica ‘La sabiduría de las ballenas’ de Alan D. Duckwitz luce en una de las salas de la Llar d’Ancians de Palma.

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Desde hace unos meses, un gran mural de casi 12 metros cuadrados que representa una gran ballena nadando en el océano, iluminada por rayos de sol que atraviesan el azul del agua, preside una de las salas de la Llar d’Ancians del IMAS, en Palma. Titulada La sabiduría de las ballenas, es obra de Alan D. Duckwitz, enfermero del centro además de artista, y forma parte de un proyecto para dinamizar la Llar y convertirla en un espacio más amable tanto para los trabajadores como para los usuarios.

«La directora de la Llar, Xisca Jofre, me propuso la idea de realizar una pintura mural, con el objetivo de adecuar los espacios comunes para hacer este lugar ‘más hogar’ para los que allí viven y armonizar con elementos naturales y artísticos el espacio para los que allí trabajan. Junto con la dirección, optamos por diseñar un espacio de trabajo amable, así como un hogar más cálido para los que allí viven a diario. Una vez elegida la pared del centro, realicé varios bocetos y nos pusimos en marcha», explica el autor, quien incide en que «un toque personal nos hace sentir mejor a todos» y en la «implicación directa de usuarios y trabajadores en la toma de decisiones, para dar rienda suelta a su creatividad».

Técnica mixta

La obra pictórica, realizada con técnica mixta, se complementa con un poema titulado L’Herència, del mismo autor, como hilo conductor de la obra. «La sabiduría de las ballenas no es una obra pictórica al azar, se trata de algo pensado para que funcione como una alegoría, para que vaya más allá del dibujo y nos cuente una historia», incide. En concreto, «cuenta la historia de todos, desde que nacemos hasta que morimos a través de nuestro viaje por el tiempo». Así, la obra habla «del envejecimiento como una maduración del ser, en la que cada individuo adquiere cierta comprensión o conocimiento de su vida. La perspectiva de la profundidad y de la ballena sabia en primer plano simboliza la vejez», abunda.

«Esta obra es una primera parte, que muestra la perspectiva que dan los años de vida. En un futuro próximo, y en otra pared de este centro, estoy pensando en realizar otra obra que será complementaria a esta y que simbolizará la infancia como uno de los paraísos perdidos al que solo podemos acceder a través de recuerdos o en nuestros sueños», adelanta. «Si mi obra sirve para cambiar alguna mentalidad o simplemente hacer pensar un poco al que la observa, que se oiga ese ‘clic’ en su corazón o en su cerebro, ya me basta para darme con un canto en los dientes», concluye el autor. «Es un mural precioso que aporta mucha alegría a la Llar», celebra Paty Izquierdo, una de las trabajadoras del centro. «Alan es todo un artista, tiene una sensibilidad muy especial y los compañeros le animamos a que pinte más paredes y llene de color la residencia», señala.