El vecino denuncia lo mal que dejaron la acera tras «arreglarla». ¿Solución? Levantarla y volverla a arreglar. El resultado: ridículo, molestias y doble gasto.

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El lunes os hablé de algunas de las obras mal ejecutadas por parte de Cort. Obras que desconocemos quién se encarga de revisar, pero que a los pocos días se han echado a perder. Os contaba la de la plaza de las Columnas, la del semáforo ¿recordáis? La del coche que golpeó un semáforo, al que dejó inclinado, con el suelo a su alrededor levantado, igual que la reja alargada que cubre el desagüe. Pues bien, la arreglan y a los pocos días que pasamos, vemos que ha sido peor el remedio que la enfermedad, cosa que volvemos a corroboramos hoy, puesto que ayer, cuando volvimos a pasar, estaba todavía peor. Por tanto, habrá que arreglarla de nuevo, ¿no? Y esta vez con mayor consistencia, y después a revisar la obra, asegurándose que va a ser duradera…

Reparan el entorno del semáforo y, a los pocos días, está como indica la foto de la izquierda.

¿Cúal es la solución? Volverlo a arreglar. ¿Creen que lo conseguirán?

Pues bien, ese mismo día denunciábamos también que en la calle Bartomeu Torres, número 5, junto a la plaza de Pere Garau, habían reparado una acera, pero tan mal que, a lo largo de unos metros, quedó abombada, tanto que uno de los vecinos tenía que descargar la furgoneta de trabajo, si no, se cargaba el cigüeñal de esta. Como el hombre protestó, un día llegó alguien del Ajuntament que le dijo que tranquilo, que estaban en ello. Pero como pasó el tiempo y la acera seguía así, nos llamó, nos contó la historia, y nos comentó que la gente que pasaba por ella resbalaba y se caía. Pues bien, dos días después de nuestra denuncia, mandaron a los obreros a que solventaran el problema, cosa que están haciendo. Ahora no estaría de más que alguien revise si el trabajo queda bien hecho.

Anteayer, los obreros levantaron la acera abombada a fin de nivelarla.

Eventos culturales

Para este jueves, en el aspecto cultural, os hago tres recomendaciones. Por si os apetece.

Una, en Santa Margalida, concretamente en la sala situada sobre la rectoria; bajo la denominación L’altre dia de pagès, podréis admirar una colección de ropa    que se ponía la gente mallorquina más humilde, ya fuera en días de trabajo, ya fuera en días de fiesta. Algo muy nuestro, desde luego. Lo podréis ver cada día, hasta el próximo 21 de los corrientes, entre las 18 y 21 horas.

Dos. Hoy, en Inca, en la galería Sa Quartera, Centre d’Art, bajo la denominación La colección, Pascual de Cabo se presenta. Sí, el maestro nos va a sorprender, incluso con lo que hayamos visto de él, ya que, ¡seguro!, en obras suyas ya vistas descubrimos nuevos matices. Y es que Pascual domina el dibujo y la pintura, es decir, los colores y la composición de lo uno con lo otro como nadie. Y no le importa que en el cuadro haya paisajes, personas, animales, y que unos y otros sean numerosos… Le da lo mismo. Coloca a cada cual en su sitio, con la proporción y perspectiva que le corresponde, que es lo que le hace personal e intransferible. Por eso yo, de ti, iría a verla. Porque, además, te vas a encontrar con mucha gente.

PALMA. ARTE. Pascual de Cabo, pintor sevillano-mallorquín.

Pascual de Cabo, presenta hoy en Sa Quartera(Inca) ‘La colección’.

Y tres. Hoy también, pero en Palma, concretamente en el Hotel Artmadams, se presentan dos pintores, Frank Sastre y Asunción González, que tienen la particularidad de hacer unas presentaciones muy suyas, en las que suelen pintar un cuadro cara al público. Cosa que harán hoy, pero un cuadro, a diferencia de otros que han pintado en circunstancias similares, hecho a mano y con el zapateado que brinde la bailaora Aurora Recuero. Dicha pintura será subastada, bajo la dirección de Pa- tricia Chinchilla. En esta presentación no faltarán los poetas y sus poesías. Original, ¿verdad?

Otro trabajo más

Por cierto, el lunes nos encontramos con Frank y Asunción tomándose un refresco en la terraza de El Alpendre, en Blanquerna, un restaurante al que vale la pena ir solo por leer los pensamientos escritos en sus paredes. Y nos los encontramos allí, porque hacían tiempo para entrar en el programa de radio de El Chopo que emite cada tarde desde dicho establecimiento.

Así que me senté con ellos un rato y… ¿De qué diréis que estuvimos hablando? Pues del encargo que les han hecho recientemente, concretamente de encargos sobre ataúdes. Sí, que decoren ataúdes, les han pedido. Y es que hay gente pa tó. Lo digo porque si esto, lo de decorar ataúdes es algo que ya está aquí, sobre muertos van a llegar pronto novedades… Porque, Manuel Torreiro Suárez, en su libro Parusía, cuenta –es ficción, claro– que allá por marzo de 2036, el comandante    Mel Townsed, desde la ventanilla de la nave que pilota, observa en la inmensidad del espacio que tiene ante si, a miles de kilómetros de la Tierra, una especie de anillo artificial formado por millares de cápsulas funerarias, conteniendo cadáveres, dejadas allí hasta el fin del Mundo. Sí, venía a ser como una especie de cementerio al que, de momento, solo tenían acceso cadáveres de muy ricos. Y es que, pensaba el comandante, hasta los ricos cuando se mueren quieren distanciarse de los pobres...

Frank muestra uno de sus ataúdes decorados para una funeraria francesa.

Pero, a lo que íbamos, a lo de los ataúdes decorados, «…pues un día recibimos el encargo a través de un empresario francés, de Burdeos –cuenta Frank–. Tras hacernos la propuesta, nos invita a que viajemos a su ciudad, pagándonos el viaje y la estancia. Una vez allí, nos explica el proyecto, a la vez que nos dice que necesita para ya algunos ataúdes decorados, pues los ha de presentar en una feria. Nos sugiere colores vivos para el ataúd en si, y negros para siluetas o decorados. Al principio no me gustaba mucho eso de decorar ataúdes, pero al final accedí. Me lo tomo como otro trabajo más. En cambio, ella –señala Frank a Asunción–, todavía no está muy convencida, mientras que yo… Ya te digo, lo veo como otro trabajo cualquiera. ¿Qué si lo de decorar ataúdes por encargo a artistas también se hace en España? Pues, a decir verdad, no lo sé. Pero en Francia, por lo que veo, sí».