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Una foto en blanco y negro descansa discreta encima de un pequeño estante de madera del garaje de Biel Ferragut. En ella se le ve de niño, casi un bebé, junto a su padre y un coche Citroën 5CV. Es un recuerdo físico de sus orígenes que muestra el punto de partida de la carrera de uno de los coleccionistas de coches clásicos e históricos más importantes de la Isla. Casi seis décadas después, este abogado de Alaró puede presumir de atesorar 28 coches antiguos en su depósito. La historia de su vida y la automoción del siglo XX sobre cuatro ruedas.

Ferragut utiliza el retrovisor de la memoria para contar medio en broma medio en serio que «cuando era muy pequeño no me gustaba ni caminar ni pedalear. Como mi padre era uno de los tres taxistas que había en Alaró ya de niño le ayudaba a cambiar un embrague, una pletina o un carburador. Estamos hablando de finales de los años 60 y principios de los 70. Otra cosa que me ha gustado es la historia contemporánea, especialmente la vertiente militar. Por ese motivo siempre he valorado los coches en su contexto histórico, no solo a nivel estético o mecánico».

Viaje a la historia

Su aventura en el mundo del coleccionismo se remonta a 1984, hace ya 40 años. Cuatro décadas en las que ha adquirido turismos como un Stance de 1908, un Alpine de 1962, un Citroën 5C de 1922, un Fiat 509 de 1926, tres Ford A de distintas carrocerias del año 1929, un Fiat 508 de 1933 y otro de 1934, entre otros, la mayoría de ellos descapotables.

Pero hay uno que sobresale de entre todos, en mayor motivo por causas sentimentales y biográficas. Se trata de un Citroën Traction Avant 11L. El abogado alaroner cuenta con cariño que «fue un coche muy buscado. Tardé 16 años en hacerme con él; desde 1998 cuando murió su anterior propietario hasta 2014. Era de un vecino mío, Toni Vicens. Había nacido en París, de familia sollerica. Me conocía desde pequeño y ya vio que de niño me interesaba este mundo. Podemos decir que fue mi maestro en el coleccionismo. Nos hicimos muy amigos, me enseñó muchos libros y me introdujo en este mundo.

«Este garaje es el lugar de la casa donde me siento mejor. Estoy tranquilo, hago lo que me apasiona y puedo valorar todo lo que    he conseguido. Ojalá mi padre hubiera visto todo esto. Cuando murió tenía cuatro o cinco coches. Han pasado 30 años», finaliza.