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El salón de la casa de Jaume Mir tiene reservado un rincón considerable para la niña de sus ojos. Se trata de una maqueta del Castell de Bellver que este jubilado construyó entre 1982 y 1983 utilizando únicamente palillos planos de madera. Esta creación original mide 80 centímetros tanto de amplitud como de profundidad y cuenta con una altura de 30 centímetros. Los detalles están cuidados al máximo para reproducir con realismo uno de los edificios más emblemáticos de la Isla. Las torres, el singular foso esférico y hasta el patio de Armas con sus columnas y piso superior están reproducidos al detalle.

Gran aficionado a los pasatiempos de ingenio y paciencia como puzzles u otras maquetas como el portaaviones ‘Enterprise’ o el acorazado ‘USS Missouri BB-63’, Mir recuerda que «el primer castillo de Bellver lo construí haciendo la ‘mili’ en Asturias. Era un poquito más pequeño que este. Cuando es-taba a punto de licenciarme el capitán me dijo: ‘Esto no sale de aquí. Lo sabes ¿no?’. Y allí se quedó».

Este antiguo trabajador de Spanair sigue tirando de memoria para afirmar que «la primera maqueta que hice fue una Torre Eiffel que medía dos metros pero la quemé (ríe). Un niño le rompió una pata de un puntapié y la quemé».

Mir, totalmente autodidacta en esta materia, cuenta un modus operandi tan intuitivo como metódico. «Utilizaba varias de las típicas postales turísticas que se mandaba la gente antes para ver el Castell desde diversos ángulos y en base a esas fotos hacía un plano y luego lo escalaba. Empecé por la parte de abajo del castillo, lo de fuera es lo último. Una vez terminada la base, es Pegamento Imedio y palillos. Nada más. También la madera de los palillos es muy buena y eso ayuda. Luego le puse un líquido para protegerlo de los ácaros y los insectos», rememora.

Incalculable

El modelista desconoce cuantos palillos usó para crear esta maqueta y responde que «esto es incalculable. Decenas de miles seguro» y añade que «cuando empecé llevaba un año casado. Mi mujer s’emprenyava conmigo porque dejaba el suelo lleno de las puntas de los palillos».

«No te puedes imaginar el cariño que le tengo. Siempre que viene alguien a casa les enseño la maqueta. Por mucho que me ofrecieran esto no sale de aquí. Es una cosa que he hecho con mucho cariño y ayuda para evadirte de los problemas y centrarte en algo», sentencia.