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La cumbre de la OTAN que se celebrará la próxima semana en Madrid ha sido el pretexto para dar a conocer una reciente encuesta del Real Instituto Elcano, la cual revela al apoyo mayoritario de la sociedad española a la organización atlántica; el dato adquiere mayor relevancia teniendo en cuenta –en una evolución creciente– que un 66 por ciento procede de votantes de izquierda. Es la prueba de que desde su ingreso en 1981 –de la mano del Gobierno que presidía Leopoldo Calvo Sotelo– la OTAN ha dejado de ser motivo de confrontación política en nuestro país, al mismo tiempo que se acepta su papel indispensable de disuasión frente a los intentos expansionistas de países vecinos.

La guerra en Ucrania.

El conflicto abierto en Ucrania con la invasión de Rusia tiene un papel determinante en el acercamiento a la OTAN, entre otras razones porque se considera un instrumento garante de la integridad territorial. El pacifismo extremo en Occidente tiene en personajes como Vladímir Putin un poderoso contrargumento, tal y como pone de manifiesto el estudio del Real Instituto Elcano con la adhesión de la inmensa mayoría de los ciudadanos a la OTAN. Incluso países con una larga tradición de neutralidad, como es el caso de Suecia y Finlandia, ya han expresado su deseo de incorporarse a la organización militar del bloque occidental que lidera Estados Unidos.

Cumplir los principios.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte agrupa EEUU, Canadá y buena parte de los países europeos como un mecanismo de defensa militar, pero también como instrumento de garantía democrática. Es en este aspecto en el que es necesario presionar a algunos de sus socios, como Turquía, para garantizar la equiparación de garantías políticas. El encuentro de Madrid, además de la guerra en Ucrania y las nuevas adhesiones, también debería incorporar estas cuestiones en su agenda.