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La decisión del Banco Central Europeo de subir las tasas en 50 puntos básicos, hasta el 0,5 por ciento –el doble de lo anunciado– tiene efectos inmediatos sobre el euríbor y el coste de financiación de unas 4,1 millones de hipotecas a tipo variable referenciadas a este índice suscritas hoy en España. Representan 400.000 millones de saldo vivo hipotecario. A efectos prácticos, un préstamo de 180.000 euros a 25 años con un diferencial del uno por ciento pagará 760 euros mensuales en lugar de los 640 actuales, lo que implica 120 euros más cada mes y unos 1.440 euros más al año. Los expertos pronostican que el euríbor a 12 meses acabará este año en torno al 1,50 por ciento, mientras que el 2023 se aproximará o superará el 2 por ciento. La subida de los tipos de interés constituye la respuesta de los bancos centrales a la inflación, pero conduce a la recesión porque si las familias dedican más recursos a pagar su casa, tienen menos para gastar y, por tanto, se ralentiza el consumo.

Perjudicados y beneficiados.

Los principales perjudicados son quienes hayan firmado una hipoteca variable, ya que les costará más devolver el préstamo. También quienes deseen comprar una vivienda, al encarecerse las hipotecas. Y, en cambio, los más beneficiados son los ahorradores por el aumento de la rentabilidad de los productos de ahorro, como los depósitos a plazo fijo y las cuentas. No significa ello que las entidades financieras apliquen estos aumentos de forma automática.

Ajustarse el cinturón.

La única forma de reducir la inflación es subir los tipos de interés y bajar los gastos públicos. El Estado soporta una elevada deuda pública que se verá afectada por este incremento de los costes de financiación. Durante el segundo semestre del 2022, las familias y las empresas dispondrán de menos efectivo por el encarecimiento del dinero, lo que implicará una caída del consumo y las inversiones. En este escenario de deflactación se impone el ahorro.