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La localización de una narcolancha cargada de fardos de hachís en dirección a Mallorca por parte de la Guardia Civil abre una vía hasta ahora inexplorada por parte de los traficantes de drogas, una modalidad que hasta ahora se utilizaba casi en exclusiva en la zona del Estrecho de Gibraltar, entre el sur de la Península y el norte de África. La operación, que sigue abierta, se ha saldado con un detenido tras una espectacular persecución por las calles de Cala d’Or y los expertos tratan de analizar si se trata de un hecho esporádico o, por el contrario, supone un avance en la estrategia de distribución de la droga en las costas españolas.

Balears, un punto caliente.

Mallorca, junto con Eivissa, es durante la temporada turística uno de los puntos donde se incrementa el consumo de todo tipo de sustancias ilegales. No debe de extrañar, por tanto, el interés de las organizaciones de narcotraficantes por buscar canales de distribución que logren evitar los controles policiales habituales en las Islas; los puertos y aeropuertos. Tampoco faltaban partidas que se trataban de camuflar en embarcaciones de recreo, pero nunca hasta ahora se había utilizado una lancha de gran potencia para alcanzar la costa y proceder al desembarque del alijo. Lo ocurrido ayer es una seria advertencia para los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y en especial para sus responsables, la mejora de las dotaciones de personal y medios en Balears debe ser una prioridad inaplazable.

Delincuencia sofisticada.

Trasladar la droga hasta Mallorca requiere, también, un amplio dispositivo de recepción y distribución en tierra hasta ahora desconocido en nuestra comunidad. Todo este sofisticado entramado no debe llegar a consolidarse para evitar los problemas que ya suceden en muchas localidades de la costa andaluza, tanto desde la perspectiva policial como de la social, mucho más grave todavía.