Las dos principales patronales del taxi y microbuses que operan en el aeropuerto de Son Sant Joan acordaron un plan piloto para que operen ambos servicios durante los próximos meses, una distribución de la demanda de los clientes adecuada a cada tipo de vehículo; una solución coherente pero que está pendiente de su ratificación tras el necesario período de prueba. Cabe destacar que este acercamiento, después de unos lamentables incidentes en los últimos días, se ha producido sin la intervención de las instituciones; circunstancia que revela la intención de acabar con el clima de tensión por parte de los propios profesionales puesto que también les perjudicaba en su imagen.
Exceso de demanda.
Durante la temporada alta, Son Sant Joan genera un pico de demanda que es incapaz de atender la flota de taxistas de Palma, un problema que se acaba trasladando a la ciudad donde no es posible encontrar un vehículo. Las medidas temporales de liberalización que se han adoptado con respecto a las licencias y duración de la jornada laboral apenas ayudan a resolver el problema. En este contexto, las empresas de minibuses podrán atender los desplazamientos que soliciten los grupos de más de cinco personas, una medida razonable que cabe suponer permitirá aliviar la tensión de las últimas semanas.
Dar el mejor servicio.
El bloqueo sistemático de la adopción de medidas liberalizadoras en el sector –plataformas de VTC tipo Uber o Cabify– están acabando por perjudicar al usuario del aeropuerto, obligado a utilizar un transporte público insuficiente o un servicio de taxi que pretende trabajar en régimen de casi monopolio. Son Sant Joan no puede continuar al margen de la oferta de transporte de pasajeros que tienen la inmensa mayoría de aeropuertos internacionales de todo el mundo, hay un amplio margen para ofrecer un buen servicio de traslados en todas sus modalidades.
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