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El alcalde de Palma, Jaime Martínez, ha logrado desbloquear la convocatoria de los plenos gracias a un acuerdo puntual con los grupos progresistas de la oposición en los que se abstendrán en aquellos puntos básicos para el arranque de la institución. Entre estos figuran las asignaciones económicas de los concejales. Lo sorprendente es que Vox no figura en este pacto temporal, extremo que confirma la enorme distancia que todavía existe entre el PP y el partido ultra a la hora de trabar una alianza política en Cort. El encono de la posiciones de unos y otros augura, al menos de momento, un turbulento comienzo en el Ajuntament palmesano, pendiente siempre de los acuerdos que se alcancen desde el gobierno municipal para poder sacar adelante los proyectos más emblemáticos.

Un dédalo político.

Hace ya semanas que Vox reclama su entrada en el equipo de gobierno de Martínez, una reivindicación que se sustenta en los seis concejales electos frente a los once logrados por el Partido Popular en los comicios del 28-M. El alcalde no da, de momento, su brazo a torcer en su exigencia de gestión monocolor en Cort. Es una actitud que asegura tensiones permanentes en el pleno, ya que el pacto con la izquierda es coyuntural. La reacción de Vox al intento de aislarlo por parte del PP abre un escenario inédito en el Ajuntament, pero también refuerza el discurso del alcalde de gobernar –al menos, intentarlo– en minoría.

Entendimiento.

Al igual que ha ocurrido en el resto de instituciones de Balears y numerosos municipios, el PP y Vox parecen estar condenados a entenderse en Palma. Sorprende el distanciamiento mutuo cuando, precisamente, ha sido en la capital balear donde ambas formaciones tienen una representación en escaños más cercana. La circunstancia justificaría una aproximación de posiciones. Las próximas semanas serán decisivas.