TW

La empresa de ChatGPT ha aterrizado ya en Mallorca para fabricar huellas digitales y cada día se producen colas en algunos establecimientos de Palma porque se ofrecen pagos con criptomonedas a cambio de escanear el iris de los ojos. Se trata, como mínimo, de un caso inquietante de venta de identidad digital que plantea muchas dudas en un futuro cercano: ¿Se eliminarán esos bancos de datos biométricos? ¿Podrían ser utilizadas, en caso de caer en malas manos, para cometer delitos? La iniciativa se ha topado con un vacío legal a su alrededor, lo que permite que los interesados –siempre y cuando sean mayores de edad– puedan vender su información ocular a cambio de una gratificación en forma de bitcoin, una moneda digital.

Prevenir engaños.

Detrás de esta idea se encuentra la compañía Worldcoin, dueña de chatPGT, que ha revolucionado el mundo virtual con unos avances que hace años parecían inimaginables. En cualquier caso, estos retos plantean un puñado de preguntas, y obligan a proteger a los ciudadanos de ciertos abusos y engaños que puede crear una inteligencia artificial mal entendida. Las estadísticas apuntan a que cada día 20.000 nuevos usuarios aceptan vender información de su iris por unas criptomonedas cuyo valor podría dispararse en un futuro próximo. O no.

Suplantaciones.

Llegados a este punto, diversos expertos –también la policía– han alertado de que la IA es capaz ya de imitar el tono de la voz de una persona o incluso ubicarla en lugares donde nunca han estado, por no hablar de crear fotografías falsas. Todo este universo paralelo será, sin duda, utilizado por mafias y clanes dedicadas a la ciberdelincuencia, con consecuencias que pueden ser desastrosas. Así pues, urge vigilar de cerca los experimentos con la inteligencia artificial e incluso legislar. Antes de que sea demasiado tarde.