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En solo una semana, Mallorca ha vivido tres crisis importantes en las policías locales de Palma, Llucmajor y Manacor. En la primera, la más importante de Balears, ha estallado un escándalo de dimensiones por determinar: un mando acusa a otros dos y al jefe de Recursos Humanos de acoso laboral durante años, con graves secuelas psicológicas. En Llucmajor, el histórico jefe Sergi Torrandell, uno de los mandos con más prestigio de la Isla, ha presentado su paso a la segunda actividad en lo que se considera como una dimisión encubierta, por su malestar con el Ajuntament. Y, en Manacor, parece que el jefe de Policía, el inspector Manuel Prieto, está a punto también de dimitir. Algo está pasando en las plantillas municipales, cuyos efectivos han envejecido y no han recibido refuerzos en muchos años. El desaliento también está relacionado con el hecho de que pocos agentes ya quieren hacer calle, porque tienen miedo de que cualquier incidente acabe en los juzgados y sean condenados. Eligen, pues, destinos de oficinas, que inicialmente estaban asignados a los miembros más veteranos del Cuerpo.

745 agentes menos.

En una década, las policías locales de Mallorca han perdido un total de 745 agentes. En el año 2012, según consta en las diferentes memorias oficiales facilitadas por el Govern, las plantillas contaban con 2.016 efectivos que han ido cayendo de forma gradual, hasta acabar con 1.786 agentes en el año 2022. Son cifras, sin duda, muy elocuentes y que chocan con el incremento poblacional que ha experimentado Balears a lo largo de la última década.

Inversiones urgentes.

No hay que obviar que las policías locales son un apoyo clave para la Guardia Civil y la Policía Nacional, ya que en ocasiones esos Cuerpos no tienen las patrullas necesarias para controlar amplios territorios. Así pues, es necesario que las administraciones se impliquen en esta problemática y realicen inversiones urgentes para afianzar un modelo que languidece.