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Como apunté en mi libro A la caza del contaminado, la Nueva Normalidad no es más que un paso adelante de un una radicalización de lo de antes, y no novedad ni un golpe secreto. Nada menos secreto que un Régimen de dictadura social. Los dos protagonistas del Nuevo Orden, populacho y técnicos, se casaron varias veces en el s. XX y ahora son felices. El populacho quiere lucha, ser importante y cree que la «vida es sobrevivir». Los técnicos le han ofrecido series donde uno sobrevive a un fin del mundo. Se identifican con el superviviente y los técnicos les hacen las delicias con pandemias y calentamientos globales que dejan un mundo desértico solo para ellos. Quieren que les «cuiden», dándoles pautas para esquivar la muerte por contagios, mordiscos y ronchas. Nada gusta más al populacho que rituales para salvarse.

Fascinados con guiones como este: dos parejas por el desierto, cuando el novio de la más agradable descubre que «está infectada». La expulsa del Jeep y la deja morir en medio de la nada. El populacho es tan feminista como los técnicos pero ahí calla. La salud es lo primero, sobrevivir aunque tengas solo fiebre y te tengan desinfectado y boca abajo semanas. Sentir que los rituales te salvan de ser parte del anonimato. Pero los técnicos también quieren limpiar el planeta de influencia humana. La tele cada día sugiere que morirán millones «por covid» pero también que la cosa no va tan mal, pues encerrados «el planeta respira». El Club de Roma afirmaba en los 70 somos un «cáncer para el planeta». Los técnicos sentencian a los animalitos amigos de la civilización. Las palomas fueron domesticadas desde hace miles de años para ser un correo práctico y barato. Los ejércitos las utilizaban. Una vez reemplazadas por el correo mecanizado, las ciudades las despreciaron y solo los niños siguen apreciando su valor. Pero los técnicos de la divisa «o eres útil o te mato» las quieren matar pues ya no sirven y no son depredadores, únicas bestias que admiran incondicionalmente. La sangre, eso sí. El ecofascismo, pese a encerrar a la población por «contaminados», masacra razas inofensivas. Dinamarca masacró a más de 14 millones de visones y 90 mil solo en Aragón. Jamás se había masacrado así. Pero los técnicos descubrieron que los pobres visones «tienen COVID», ergo toda la raza es «contaminación».

Primero culparon a un murciélago, el hombre siempre y ahora, toda la población de visones, que es exterminada porque los técnicos tienen un guión donde es toda la especie siempre la culpable, algo que encanta a un populacho que ama tanto a los animales solo si «defiendan el territorio» como perros rabiosos y tiburones si pudieran tenerlos como arma en casa. Pero ya tienen a los técnicos. Happy married life. Matrimonio-secta tipo España años 60. ¿Divorcio?¿Para qué?