Sebastián Castella es un matador de toros de gran reputación que, tras más de veinte años siendo diestro, y de la mano del empresario taurino Simón Casas , ha toreado en las principales plazas de toros de España, Latinoamérica y Francia, y ahora se ha retirado del mundo del toro para dedicarse a su segunda pasión, la pintura.
Y la semana pasada inauguró su primera exposición importante en una prestigiosa galería de Miami junto al mismísimo Domingo Zapata. Sebastián ha expuesto una serie de telas pintadas sobre capotes de toreo, una por cada plaza por donde ha toreado la célebre figura taurina. Obras de excelsa calidad y originalidad, muy colorida como si la luz solar la bañara.
Quienes dudan que el arte de Cuchares es arte y más una tortura cruel para con los animales, deberían saber que sin el toreo no existirían ni Goya , Velázquez , Picasso , Dalí o Miró , grandes pintores sin los cuales no sería posible el Museo del Prado ni literatura como la que surgió de García Lorca , Bergamín , Rafael Alberti o un Hemingway entre muchos otros; o médicos como el doctor Zumel , Marañón ; enciclopedias como el Cossío o periodistas como K-Hito; el director del diario Pueblo Emilio Romero , o Juan Bosch Iglesias y Manolo Moles.
En la misma exposición encontrará el público norteamericano a Zapata, una obra que recuerda el amor a los toros que tuvo su padre, recientemente fallecido.
Sebastián Castella ha dejado el arte del capote y la montera por otro arte, menos peligroso pero igualmente de medirse como hombre ante la soledad del artista. Acostumbrado está Castella a estar solo ante el enemigo, pero con cornadas o sin ellas, saldrá victorioso ante un público que, auguro, le otorgará orejas y rabo saliendo a hombros por la puerta grande.
1 comentario
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
Los que vivían del sangriento espectáculo del Coliseo Romano, ya fuese descuartizado esclavos o animales exóticos, sirviendo gachas a la plebe o escribiendo versos desde la tribuna, también consideraban arte la tradición de ofrecer un caos de sangre y muerte a ciudadanos y gentiles, acomodados al otro lado de la barrera, por mero placer... que los toreros asesinen animales, que ya se están desangrando antes de que el maestro empiece su faena y que luchan por sus vidas aterrados y acorralados, no los convierte en unos discapacitados mentales ni en seres sin sentimientos ni mucho menos... y ahí está lo más grave...