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La Comisión de Asuntos Legales de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa ha expuesto recientemente algunas cuestiones al Reino de España. Son cuestiones que no llegan a la mayoría de las personas que ven los informativos nacionales o que leen la prensa madrileña. Lo último es un informe de las denuncias sobre Turquía y España. Han leído bien, sí: Turquía y España. Entre otras, subraya, en referencia a los presos políticos catalanes, que «la mera expresión de opiniones independentistas» no es motivo de persecución penal y que varios políticos fueron procesados y condenados a largas penas por apoyar un «referéndum inconstitucional» sobre la independencia de Catalunya.

La comisión referida apuesta también por una reforma para que España considere indultar o liberar de la prisión a los políticos condenados judicialmente y retirar los procedimientos de extradición, los enjuiciamientos a los funcionarios de menor rango involucrados en el referéndum del uno de octubre de 2017 y, por último, según el resumen facilitado por el Consejo de Europa, «abstenerse de exigir a los políticos catalanes detenidos que repudien sus opiniones políticas». Es decir y en conclusión, nadie ha de arrepentirse de sus ideas.

Bien, pues el comunicado destacado por los medios españoles se diferencia un poquito: «El Consejo de Europa avala la actuación de España en relación a los políticos independentistas catalanes.» ¡Bravo! Y encima nos manifestamos en la plaza de Colón contra los indultos. No es el único incumplimiento al derecho de información que tenemos los que vivimos en este país de pandereta.

Cuando el Parlamento Europeo retiró la inmunidad parlamentaria a Carles Puigdemont , Toni Comín y Clara Ponsatí (como había solicitado la Justicia española), repiquetearon a gloria todas las campanas de Santiago de Compostela y ahora, que el Tribunal de Justicia de la UE les ha devuelto la inmunidad porque «los hechos que España reclama no tienen relación con la actividad parlamentaria», no se ha enterado ni el sabelotodo del bar de mi barrio. Aquello tan visceral de ‘a por ellos', ‘mierda de catalanes' o ‘independentistas a prisión' tiene su efecto gracias, entre otras cosas, a la manipulación informativa y al seguimiento de los imbéciles que siempre odian lo que no entienden.