08/09/21 3:59
El día de mi cumpleaños sufrí un duro traspiés. Es algo que no me esperaba. Hacia el final de la tarde, me fui con mi hija pequeña a uno de los parques del barrio. Dada la hora, el parque era todo nuestro. Mi hija decidió subirse a uno de los columpios y se me ocurrió que estaría bien acompañarla. Ella en uno y yo en otro, no se vayan a creer. Empecé a columpiarme, como cuando era un crío. Recordaba aquellos columpios de Porto Petro, donde pasé tantas tardes de mi niñez y donde casi me mato al caerme de espaldas. ¡Son tantas las batallitas que atesoramos!
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