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Coexisten muchos paisajes diversos en cada lugar del mundo, sitios desconocidos, increíbles y que sorprenden por su belleza natural, transportándonos a un paraíso terrenal que nos deja estupefactos: mirando, oliendo y oyendo, pues que todo está en movimiento; tan solo en un abrir y cerrar de ojos podemos llenarnos de felicidad, admirando la visión del espléndido lugar donde estamos viviendo, sin apenas apercibirnos del ínfimo cambio de todo lo que nos rodea, algo nunca visto anteriormente, que poco a poco, con mucha paciencia, desciframos: la corriente astral girando millones de veces sobre sí misma, llevándonos alrededor del Sol. Ésta es la causa de la luz y la tiniebla que llamamos, día y noche.

Lo más sorprendente es que no nos damos cuenta del movimiento de la Tierra, donde pacemos junto a todos los animales y a todo lo existente, que, gracias a la gravitación solar, no caemos en el vacío espacial. Todos sabemos, más o menos, cómo surgieron los planetas, asteroides, estrellas… Pero, ¿quién inventó el espacio? Llevamos un sinfín de millones de años orbitando por ahí y cada día son más los descubrimientos sobre el inicio del espacio, que mucho es cuanto descubrieron los astrólogos y físicos, como los arqueológos en busca del pasado para llegar a hilvanar el origen con el presente y el futuro. El interés por sacar a la luz hallazgos bajo tierra contribuye al conocimiento de las civilizaciones históricas, que siempre nos estimularon a estudiar lo hallado, cuyo adelanto nos impulsa hacia adelante, comprendiendo cada día más. Sin pasado no hay futuro.

Ahora la humanidad caminaba hacia adelante sin mirar atrás, dejando de lado aquello que nos enseñaron los mayores y que, a su vez, ellos aprendieron y nos transmitieron. Abandonar miles de años subsistencia siempre trabajando duramente con el resultado que hoy almacenamos, ampliando la inteligencia, desarrollando los sentidos, estudiando los inventos sin parar de producir nuevos medios para trabajar, y ayudarse con numerosas máquinas y aparatos para vivir mejor. Perfecto.

Con la ciencia, tecnología, informática… el mundo de hoy nos empodera, a la vez que se olvida la realidad vivida ayer por nuestros padres, que nos regalaron experiencias suyas, llenas de sabiduría y ese saber hacer que hoy es irrecuperable. Aquellos materiales hechos a mano; el tacto de la seda; recuerdos familiares, estimados e inigualables. No acabemos con todo. Estamos en trance de un cambio enorme, como aquellas civilizaciones aparecidas, y desaparecidas. ¡Alerta!