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El PP (o lo que quede de él tras el tsunami que se llevará por delante a su dirección, a su mejor activo, Ayuso, y a muchos de sus militantes que se refugiarán en Vox) y Abascal, deben responder a la prioridad del conjunto de sus votantes, que no es otra que desalojar al Gobierno de Sánchez. Para conseguirlo hay que optar por la racionalidad y olvidarse de la lírica, de la ideología y, si me apuran, de los principios. El peligro para España no es Vox, que es un partido que respeta la Constitución, aunque quiera cambiar algunos aspectos, pero a través del cauce que ella misma determina. La amenaza real, el cáncer de este país es el comunismo caribeño de Podemos, la xenofobia de los separatismos y los legatarios del terrorismo que forman la plataforma en la que se apoya un Gobierno dirigido por un personaje dispuesto a vender a Dios y a su madre por seguir usufructuando el colchón de la Moncloa.

Que Sánchez se permita dictarle al PP el camino de la ética, constituye un ejercicio de cinismo procaz por su parte y una estupidez si fuera aceptado. Quien lleva erosionado el Estado concediendo indultos a los golpistas que atentaron contra la unidad de la nación, y retorciendo las leyes para poner en la calle a los asesinos en serie que fueron algunos de los terroristas, carece de autoridad moral para demonizar a una fuerza política que, hasta el momento, ha sufrido la violencia, la demonización y desprecio de todos aquellos partidos que sustentan el Gobierno.

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La conclusión más importante de las elecciones de CyL es que, pese a la mejorable campaña del PP, se ha conseguido el objetivo que tantos españoles deseaban: que España siguiera girando a la derecha para sacar de La Moncloa al monstruoso Frankenstein. Los socialistas han perdido las elecciones y se han dejado 120.000 votos.

Deben recordar que Vox nació de una costilla del PP, con aquellos decepcionados por la inacción de Rajoy y que, por tanto, ambos partidos tienen bastantes cosas en común para superar los inconvenientes y llegar a un acuerdo global y estable que en su momento les permita sustituir al Gobierno tóxico de Sánchez. España no soportaría una legislatura más con este Gobierno. Nadie les perdonará si no lo consiguen.