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Por primera vez en mucho tiempo, el P P ha cambiado los ataques y las descalificaciones –muchas justificada– a Pedro Sánchez por una propuesta de medidas para cambiar la deriva económica que nos amenaza a todos, entre otras cosas por la falta de ideas del Gobierno. Con ese ‘vamos a los problemas reales de los ciudadanos’ que ha enarbolado Núñez Feijóo, con propuestas concretas, viables, habladas con empresarios y sindicatos, consigue dos cosas: impedir que Sánchez se escude en los insultos de la oposición para descalificarla, sin hacer nada más, y, por otra parte, que Vox vuelva a su sitio. El nuevo líder del PP ha hablado también de la necesidad de reducir el aparato burocrático del Estado, por supuesto el número de ministerios y ministros inútiles –muchos– y el de asesores, multiplicado hasta la saciedad por Sánchez y su doble Gobierno para colocar a sus fieles.

Pero hay otro asunto en el que Núñez Feijóo debería ser muy exigente y, también, comprometerse para el futuro: poner fin a los nombramientos de personas afines en cargos que exigen la máxima independencia. El caso más sangrante en estos momentos es el de la fiscal general, exministra de Justicia, exdiputada por el PSOE que no ha dejado de demostrar día tras día, el grave error que fue su nombramiento ni de hacer crecer el desprestigio de una institución básica en el Estado de Derecho. El uso de la ley concursal para colar el futuro ascenso de Dolores Delgado y dejarla ‘bien colocada’, pagándola los servicios prestados, es un pequeño escándalo comparado con la división en la Fiscalía motivada por su manera de actuar.

Otro tanto podríamos decir de las empresas y organismos públicos. Tras el bochornoso caso de la Agencia de Protección de Datos, Indra es el último escándalo. Nombrado presidente no ejecutivo el socialista Marc Murtra, las presiones han ‘conseguido’ hacer dimitir a la consejera delegada, paso previo para dar poderes ejecutivos y control total a Murtra.