Alguien dijo que llegaba un momento en la vida en el cual la única opción válida era hacer las cosas bien. Se necesita distancia para querer y olvido para recordar. Un día leí que un mercader, abrumado por su mísera y vacua vida, acudió a Buda y le dijo «Yo quiero felicidad», a lo que Buda se tomó su tiempo y le respondió, «primero retira el yo porque eso es el ego, después aparta el quiero ya que no es más que deseo y el deseo es algo efímero y carente de fondo, ya dispones de la felicidad». El mercader tardaría un tiempo en comprenderlo, hasta que una mañana despertó y empezó a ver esperanza donde antes veía desasosiego, su caos se transformó en paz y creó pequeñas ilusiones donde antes solo aspiraba a realizar grandes sueños que le sumían en una absoluta desazón. La frustración trae consigo el no poder queriendo alcanzar.
La soledad del momento...
Palma01/06/22 3:59
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