Vivo de espaldas al Teatre Principal de Palma desde que Damià Pons ocupó Cultura del Consell. Cuando la política interfiere en la cultura es como mezclar whisky con leche, pierde el whisky y pierde la leche. No obstante, queriendo o sin querer, he participado en la historia moderna del Teatre Principal desde que se puso en marcha después de una de sus reformas. Abrió con Mori el Merma (espectáculo de La Cloaca con la colaboración de Joan Miró en 1978) y meses más tarde yo hice Un sombrero lleno de lluvia. Me pidió Guiscafré, gerente director del teatro durante muchos años, que debíamos demostrar a los políticos de la Diputación Provincial que allí se podía hacer teatro. Por lo visto, el espectáculo entre dibujos de Miró y marionetas no lo habían considerado así. Luego, estrené La señorita Julia, de Strindberg, que un crítico de entonces consideró no adecuada para provincias; imaginen el criterio del crítico. Algo parecido a la opinión de Jaume Matas, el presidente. Me confesó en una entrevista para este periódico que cuando quería ver buen teatro iba a Madrid; imaginen el intelecto del expresidente.
Teatre Principal
Palma14/06/22 3:59
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