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Por la prensa nos consta que tanto políticos como informadores y comentaristas se pasan el día vinculando y desvinculando cosas, a la vez que paralelamente exageran o minimizan esto o lo otro. Tareas estas, vincular, desvincular, exagerar y minimizar, que toda la vida han desempeñado, en la medida de sus posibilidades, filósofos, narradores, físicos teóricos y abogados de oficio (el acusado se desvinculó de todo), pero que al haberse puesto de moda esos verbos por razones ignotas, y visto que no se exige titulación académica para ello, hasta el más capullo vincula y desvincula lo que se le antoja, y cuando no exagera minimiza. Normal, si a diario leemos cómo lo hacen los que mandan. «El PP vincula los precios de la energía con la reforma del delito de sedición que urde Sánchez para contentar a ERC». «El Gobierno desvincula la ley trans de la crisis climática». «Feijóo desvincula la batalla del CGPJ de la política en general». «Gamarra inquiere cuándo piensa Sánchez desvincularse de Bildu». «Vox vincula la autodeterminación de género con la autodeterminación de Catalunya». Cosas así, todo el día vinculando y desvinculando. Más lo segundo, porque es más fácil desvincular (no requiere explicaciones) que vincular asuntos que no tienen nada que ver. Exagerar y minimizar está tirado, cualquiera lo hace doscientas mil veces al día. Yo ahora mismo estoy minimizando los peligros del abuso de estos verbos, muy contagiosos, pues si todo el mundo vincula y desvincula lo que le da la gana, el lío que se monta en las secuencias lógicas de causas y efectos es monumental. Como cuando el cableado de ordenadores, lámparas, accesorios, enchufes múltiples y conexiones se retuerce y enreda sobre sí mismo sin que nadie lo toque, se enmaraña espontáneamente y se llena de nudos inextricables. ¡Drama en el ámbito de las causas y efectos! ¡Vínculos que se desvinculan y desordenan! ¡Efectos sin causa aparente y causas sin efecto perceptible! El fin de la filosofía y la física teórica. Esto dinamita todos los consensos científicos y lingüísticos, y yo aquí bromeando y minimizando el impacto de estos verbos de moda. Ah, la maraña de los vínculos. Dónde se vincula lo que se desvincula.