Como todo el mundo, en las últimas semanas he recibido innumerables felicitaciones de año nuevo, oficiales, publicitarias o de compromiso, de viva voz o digitales. El Rey, el presidente del Gobierno y el Papa me desearon felicidad a raudales en 2023, y hasta un besugo muerto pero muy fresco, en el mostrador de la pescadería, parecía desearme el otro día feliz año nuevo. Una atmósfera muy densa, color pajizo, de buenos deseos y felicidad universal cubría calles y plazas, como esos días en los que pronto lloverá barro, y a veces costaba respirar por la acumulación de felices expectativas en el aire. No es que llegara a pensar que tal exhibición multitudinaria de afecto y deseos de prosperidad iba a hacerme algún efecto, o influiría realmente (por la fuerza de la voluntad) en este año nuevo; me lo tomaba como cortesía del prójimo, y como tal la agradecía. Pero hoy ya no estoy tan seguro. Mira que si… El caso es que hoy, 3 de enero, aún no me siento más feliz, tampoco menos, pero como sólo han pasado dos días de 2023, no es para preocuparse. Hay que darle tiempo al año nuevo, que fluya, que se desenvuelva sin prisas. Tras toda la vida esperando a que suene la flauta de la felicidad (a mí me ha sonado incluso sin buscarla ni entenderla, y mucho más de lo que merezco), la cosa no va de unos días, y por un par de meses más no pasa nada. Aplicando la famosa ecuación de Dirac, que ahora los capullos llaman del amor pero es de probabilidades cuánticas al incluir la más célebre todavía ecuación de Schrödinger y su gato, calculo que hacia finales de febrero ya empezaré a notar algo. No sé si tanto como felicidad, pero algo, y ello con independencia de los acontecimientos del año, que serán los de siempre, porque tal cantidad de buenos deseos como llevo acumulados encima no deberían caer en saco roto. O sí, quién sabe. Ni siquiera puedo saber si ahora mismo no estaría ya mucho peor, jodido de verdad, de no haberme deseado feliz año aquél besugo. Quien dice febrero dice marzo, la cuestión es si cuando empiece a notar algo lo identifico con la felicidad. No es fácil. A veces la felicidad llega en un estado tan zarrapastroso que no la reconoce ni su padre, y lo mismo hasta noviembre no me entero de lo feliz que fui en 2023. De momento, aún no. Les mantendré informados.
Aún no me noto más feliz
04/01/23 0:29
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