Aunque parezca increíble, todavía hay gente muy ingenua convencida de que sin las deudas que le traen por la calle de la amargura, hipotecas y tal, serían más felices. En absoluto. Sin deudas, lo más probable es que no tendrían casa, ni comida, ni compañía en la cama, ni cama. Cada cosa que lleguemos a poseer, incluyendo el aire que respiramos, las cucharillas de café y la ropa de andar por casa, engendrará automáticamente una deuda equivalente, y sin deudas no tendríamos nada, como los fantasmas y las criaturas prehistóricas. Instituciones económicas internacionales y economistas aficionados a lanzar alarmas sociales, muestran con frecuencia su preocupación por el aumento y el inverosímil tamaño de nuestras deudas, públicas, privadas y epicenas, que ya son impagables desde hace décadas, dando a entender así que esto de las deudas y el déficit es algo abominable que hay que erradicar. Mienten como bellacos, por el qué dirán.
Grandes inventos. Las deudas
Palma20/02/23 0:29
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1 comentario
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Buena reflexión, sí señor.